Hoy empecé junto con un grupo de amigos la lectura colectiva de la Divina Comedia. Aún desconozco si el experimento en redes sociales rendirá algo de frutos, pero el experimento vale la pena. Hace un par de días incluso me atreví a escribirle mensajes a los renombrados artistas y escritores que tienen cuenta en Twitter: el chicle no pegó y nadie contestó. También invité a mis alumnos de Ingeniería Financiera, e incluso les ofrecí subirles un punto en su próxima calificación parcial: algunos le entraron aunque a la mayoría no le interesó. En fin, la propuesta no tuvo mucho eco en esa cámara de ecos que es la Red. Sin embargo, sigo creyendo que la poesía es una de las vías que tenemos para sanarnos en lo individual y en lo colectivo. Y este poder se siente con toda su intensidad en la Divina Comedia.
La OMS señala que la mitad de la población mundial (unos cuantos miles de millones) que estuvo o está confinada, tendrá o ya tiene desordenes psiquiátricos. Sigo creyendo que el arte y la poesía son armas poderosas para combatir este tipo de pandemias. Hoy leí con Berenice el primer canto y después platicamos un rato sobre la selva oscura a la que nos invita adentrarnos Dante. Ese acto fue parte de nuestra celebración de San Valentín. Mientras ella me siga apoyando en mis locuras, lo seguiré intentando mil y un veces hasta que el chicle pegue.
Hay que perseverar e intentado cada día!
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