El lugar donde se llevan a cabo los diálogos es de transición. Según nos cuenta Dante, ya están los bardos alejados del bosque y entonces una cantidad de almas los empieza a mirar con extrañeza como se mira a las personas a la luz de la luna nueva. (Por cierto, en estos días: ¡qué lunas nos han visitado!). Una de esas almas reconoce a Dante y éste contesta:
Siete vio qui, ser Brunetto?
En efecto, es su maestro que en vida le enseñó cómo se inmortaliza el hombre y del que -nos dice- siempre quedara constancia de su mérito. Aunque ahora se encuentra en este lugar por el pecado de sodomía. Aún así, me parece que lo mismo que con la lujuria, el bardo no es tan severo como con otros pecados. ¿Qué pensaría Dante sobre las luchas y conquistas de los homosexuales en nuestros días? Sospecho, al fin espíritu abierto, que se uniría a ellos y enriquecería su visión del Amor. En fin, este como otros aspectos de la Divina Comedia se prestan a un abierto y fructífero debate.
Dejo una entrevista que se realizó en la Universidad Católica de Lovaina, al filósofo Michel Foucault, él mismo homosexual y que trató de manera profunda la historia de la sexualidad en el mundo moderno.