Hace un rato terminamos, mis alumnos y yo, la clase de Finanzas Corporativas. Hay una broma de Bernard Shaw que me gusta porque es cierta: el que sabe obra, el que no sabe enseña. A veces me pregunto porque me dan este tipo de materias, cuando mi manera de pensar es completamente distinta a lo que exigen los planes y programas de estudio. Pero precisamente por eso, me encanta este tipo de materias donde no sé mucho. Se los he dicho a mis alumnos: aprendo más que ellos. Además me gusta hacer de abogado del diablo, les exijo una y otra vez que fomenten su pensamiento crítico, que no se traguen lo que se les vende, que pregunten y cuestionen. Casi nunca lo logro, o más bien no sé si lo logro del todo. Pero yo aprendo: enseñando aprendo. Es una bendición ser profesor y, aunque sea poco, ganarse el pan con ello en estos días. Hay muchos profesores que cuando era estudiante decían que lo harían gratis, entonces, un día a un profesor le dije que si lo haría gratis me regalara su dinero. No lo hizo. Creo que yo si tuviera otro ingreso sí lo haría gratis. Y lo digo porque cuando salí de la universidad y andaba en búsqueda de trabajo, en una de esas de plano pedí que me dejaran ingresar y que gratis lo haría. Lo que quería era trabajar de lo que había estudiado. Ya quería dejar atrás la época de vacas flacas, de empleos mal pagados, sin garantías y con mucha explotación. Ni así me dieron el trabajo.
Nací en 1983. Ni mi cuerpo ni mi alma conocen otra cosa que no sea neoliberalismo, es decir, despojo y falta de oportunidades. Como dice Chomsky: somos una generación a la que le robaron el futuro. Y ahora estamos peor que antes. Por eso algunos de mis amigos se enojan cuando los cuestiono sobre su cuento de la cuarta transformación. Pero si veo que las cosas empeoran y a estas nuevas generaciones les están robando el futuro todavía de peor manera, mi deber como maestro es cuestionar y fomentar el pensamiento crítico. Ese deber luego lo traslado fuera de mi ámbito laboral y es ahí donde empiezan los problemas. He preferido callarme y conservar mis amistades. Ante el fanatismo hay que ser compasivo y darle la vuelta al asunto.
Después de la clase, ni tardo ni perezoso me lancé a la lectura del canto XXIV, donde sufren los ladrones. Como todos, es un canto complejo y riquísimo en interpretaciones. Como las pinturas que existen sobre la Comedia, así son el número de interpretaciones infinitas que se pueden hacer. Si nos puede parecer difícil la comprensión de los pasajes, se debe a que esa manera de pensar nos es completamente ajena. Como dice Maldelstam, Dante es un poeta antimoderno. Pero precisamente por eso para mí es tan apasionante. Si logramos descifrar esos que para nosotros son enigmas, contamos con un aparato crítico muy potente. Una máquina de pensar con la imaginación. Tal vez una de las mejores que ha sido creada. (La otra es el Quijote, libro para el juicio final).
No puedo dejar de relacionar los tormentos de los ladrones con lo que vimos hoy en la clase: la hipocresía de las corporaciones. Vimos el video de Chomsky que ayer compartí en este blog y discutimos sobre el tema. No logré convencer mucho a mis alumnos que aún tienen fe en el mundo empresarial, pero al menos logré que se cuestionaran el papel del Estado como regulador y la supuesta libre empresa y el libre mercado (sí, a estas alturas de monopolios, corporaciones gigantescas y colapso civilizatorio, aún se sigue enseñando bajo esos parámetros). En la realidad no hay tal cosa. Más bien el Estado ayuda, con violencia de todo tipo, en el proceso de robo, despojo, acumulación y destrucción del capital. El capitalismo viene chorreando sangre y lodo. Ese es su pecado original y lo seguirá siendo hasta el final de sus días. También, como lo vio Marx, el capitalismo es su propio sepulturero. Al menos en crear las condiciones y herramientas para nuestra emancipación. Una de esas herramientas creo que es Internet. Las condiciones están dadas. Vivimos tiempos interesantes.
Traté de conectar esa máquina de pensamiento crítico e imaginativo que es la Divina Comedia a las redes sociales y generar una red, con personas de carne y hueso, de reflexión crítica. Somos unos cuantos (me da risa pensar que soy en realidad el único que la está leyendo y mis amigos sólo me dan el avión) los que a estas alturas continuamos en esa aventura. Pero, imaginen ahora que sea 25 de marzo y empiece la lectura colectiva en varias partes del mundo. Imaginen los mujeres y hombres que de manera silenciosa en este momento lo leen y se apasionan. Ahora imaginen las millones de personas que ya se dieron cuenta del truco y, también silenciosamente, quieren y hacen otro mundo distinto, a su modo y como dios les da a entender. Nosotros hay que continuar en nuestro camino camaradas. Si no es para ustedes la Divina Comedia, ya llegará el tiempo. Pero hay que seguir organizándonos. Creo que no vamos por mal camino.
Por último dejo un excelente artículo de Víctor Toledo sobre pensamiento crítico y fanatismo. https://www.jornada.com.mx/2021/03/09/opinion/016a1pol