Llegamos, de la mano de Dante y Virgilio, al noveno foso del Malebolge. En esta parte se encuentran los sembradores de la discordia. Me parece que el último pasaje cierra intensamente las intensas imágenes del canto XXVIII:

Aquel ser traía su cabeza como antorcha para guiarse a sí mismo, y eran dos en uno, o uno en dos, sólo el que todo lo dispone podría saberlo. Cuando el horrendo descabezado estuvo bajo el puente, delante de nosotros, levantó el brazo en el que portaba la cabeza, por lo que sus palabras fueron claras para nosotros:

-Tú que respiras el aire de los vivos, mira mi gran pena; tú que vienes a ver a los que murieron: dime si hay otro dolor más grande que este. Y si quieres saber más de mí, yo soy Beltrán del Born, el que dio malvados consejos al joven rey. Fui yo quien enemisto al padre con el hijo. Ni Aquitofel aconsejó con tanta perfidia a Absalón contra David; y pues tuve mal separar a personas tan cercanas una de otra, ahora llevo yo mi cerebro separado del cuerpo, de esta manera se cumple en mí la pena que produje en otros.

Hoy, en el periódico la Jornada, encontré un artículo de Fabrizio Mejía al que hay que prestarle mayor atención de la que aquí le dedico. El artículo en cuestión se titula: Petrarca va a la mañanera. Así dice el autor después de citar a Bocaccio (al que si no estoy equivocado, le debemos el adjetivo de Divina, a lo que Dante nombró simplemente como Comedia), Petrarca y otros:

La estrategia de la reforma política que inició Petrarca y terminó con Maquiavelo usó dos virtudes: el carisma moral y la sabiduría práctica. Esas son también las armas de las mañaneras.

https://www.jornada.com.mx/2021/03/13/opinion/014a1pol

Si Petrarca va a la mañanera, Dante, una de dos, o no va, o si va, lo dejan afuera. Bien decía Walter Benjamin que habría que estar atentos a los argumentos de autoridad. Hay que saber elegir a los gigantes con los que miraremos más lejos; a los clásicos. La diferencia entre estos autores, entre otras, es que Dante, poeta del exilió y la migración, funda la lengua italiana al escuchar y recoger lo mejor de la lengua vulgar, aquella que hablaron las mujerzuelas y los hombres de la calle. Petrarca, por el contrario, fue consejero de príncipes.

Creo que el presidente está muy lejos de practicar esa «política de la virtud» que buscaron los hombres del renacimiento. Entre otras cosas porque contribuye (tonta e innecesariamente) tiro por viaje a la discordia en tiempos de profunda crisis. Eso es lo que menos necesitamos en estos momentos. Necesitamos pensar y reflexionar sobre nuestros problemas comunes. Necesitamos diálogo y debate civilizado en medio de la barbarie. Necesitamos silencio. Necesitamos llevar a cabo acciones concretas en lugares concretos. Necesitamos practicar la política de la virtud desde abajo. Desde los muchos abajos. A estas alturas, al parecer tendremos que aprender a barrer las escaleras de abajo hacia arriba.

Así se lo pidió Elena Poniatowska:

«Señor presidente, ya párele con las mañaneras. ¿Acaso no se da cuenta que hay un hartazgo nacional?»

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s