Una amiga el otro día me decía que si juntáramos las lágrimas que las personas hemos derramado a lo largo del confinamiento por la pandemia, podríamos formar ríos caudalosos. Si su hipótesis es cierta, algo bueno se anuncia para los tiempos venideros. Llorar es bueno y es necesario. Lo contrario, el no poder llorar, el ahogarse por los nudos en la garganta, les pasa a los que habitan en el último círculo del infierno, los que están en lo más profundo del abismo, junto a satanás. Así lo relata Dante:

De ahí pasamos al recinto donde el hielo oprime con fuertes ligaduras a los penitentes, pero ellos no se encuentran con la frente baja, sino con la boca arriba, con lo que su mismo llanto los ahoga, por lo que no pueden llorar, y entonces el dolor, que no encuentra el consuelo del llanto, se mete a sus adentros para aumentar su angustia…

Y a ti, lector o lectora ¿te ha pasado alguna vez que, aunque quieras, no puedes llorar? ¿tiene razón Dante al suponer que el sufrimiento es mayor cuando no se puede llorar? ¿Lloras sol@ o acompañad@?

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