Es cierto. No siempre se encuentra uno en el tiempo y el lugar adecuado para leer. De hecho, lo más común es que el ambiente no sea el propicio. En estos momentos recuerdo mis épocas de universitario, cuando devoraba los libros. Entonces estaba tumbado en mi cama o en el sillón y algún conocido me interrumpían sin reparar en el daño que ocasionaban. A veces, algún familiar simplemente me decía:

-Ya deja de estar de huevón y haz algo de provecho.

He aprendido a lidiar con ese malentendido. Y es que es una creencia que se encuentra muy arraigada en nuestra sociedad. Debo decir que incluso he conocido gente con posgrado que la lectura la concibe como una parte de su formación académica, necesaria sí, pero sólo como un paso para después pasar al mundo de a de veras, ósea el mundo de la práctica: hechos no palabras, vociferan una y otra vez. Y es que hay una tendencia antintelectual muy perniciosa a separar estos dos mundos, la teoría y la práctica, como si tal cosa fuera posible. Para mí no hay tal. Y más. Para mí, leer es una de las más intensas e importantes actividades humanas. Sin embargo, hace mucho que me cansé de tratar de explicar por qué. Lo que puedo decir es que estoy seguro sería peor persona de la que soy si no hubiese escuchado el llamado de los libros. Y llegué a ese llamado por medios extraescolares. En la preparatoria reprobé la materia de literatura y, ya en plena universidad, me costaba usar los signos de puntuación más elementales. Ya no se diga la gramática. Es más, como podrá constatar el lector, aún me cuesta escribir correctamente. Y es que siempre fui mal estudiante, pero un día un libro me sacudió en lo más profundo de mi ser y de ahí pal real. Esa pasión no me ha abandonado. Por eso trato de trasmitir el amor a los libros. Con uno o dos que contagie, me doy por bien servido.

Estos días que he estado hojeando, Hacia un marxismo mundano de Armando Bartra, me encontré con la transfiguración de las famosas tesis de Feuerbach. Según Bartra, «Redactada por un hombre de acción, un obrero de manos callosas y botas claveteadas, la Tesis II hubiera quedado más o menos así: Gracias al pensamiento crítico nuestra práctica se hará más verdadera y poderosa», mientras que «en la Tesis XI el obrero cultivado hubiera escrito: » Los trabajadores no hemos hecho más que transformar el mundo por cuenta de otros y contra nosotros; de lo que se trata ahora es de comprenderlo críticamente para así darle sentido humano a esa transformación». Ahora bien, desconozco si soy ese obrero cultivado. Es cierto que desde niño he realizado los más variados oficios y trabajos que me han puesto las manos callosas, pero también es cierto que he pasado otra buena parte de mi vida estudiando o laborando como docente, lo que implica un trabajo intelectual poco familiarizado con el pico y la pala. Y agradezco que haya corrido con esa suerte. Sólo quien no ha sido obrero puede idealizar la explotación y degradación que se padece en el trabajo o cuando se está desempleado. Es decir, ser obrero en tiempos neoliberales.

Todo este rollo para invitar al lector o lectora a que piense cuáles son sus siete P que tiene grabadas en la frente. En el canto IX por fin Dante y Virgilio llegan a la puerta del Purgatorio. Ahí un Ángel custodia la entrada. Después de que el florentino se postra ante sus pies para pedirle humildemente que les abra la puerta, el Ángel:

Blandió su espada y con la punta me hizo en la frente siete figuras en forma de P. » Haz por lavarte esas manchas cuando estés adentro», me dijo.

Estas letras P se refiere a los siete pecados capitales: soberbia, pereza, gula, lujuria, avaricia, envidia, ira. Son letras P que todos y todas llevamos tatuadas en la frente y que muchas veces se manifiestan en nuestras acciones. Por eso, dice el clásico, sin teoría crítica no hay práctica revolucionaria. Y creo que la teoría crítica implica la autocrítica.

Tú, lector o lectora, ¿Reconoces que tienes grabadas esas P en la frente? ¿En que circunstancias se te marcan más unas que otras? ¿Quisieras que esas P se te borraran de una vez por todas o vives a gusto con ellas? ¿Cuál es la letra P que más te desagrada?

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