Mientras leo y comento la Divina Comedia, escribo mi tesis de posgrado. Es como mi desfogue final después de concluir mi cuota diaria de escritura académica. Presentar los resultados de una investigación como la que realicé, la percibo como un trabajo constante de reescritura. Un trabajo sobre un palimpsesto. En eso del trabajo de reescritura, intuyo, la Comedia es un ejemplo notable.
Dicen que hay escritores que se dejan guiar por la intuición sin un plan definido y los hay otros que antes de lanzarse a la redacción trazan un plan de la obra que quieren componer. Dante pertenece al segundo tipo. De ahí se explica la utilización de números en relación al orden y proporción del poema en su totalidad. 33 son los cantos de cada una de sus partes, más uno que sirve como introducción. En total cien cantos, número considerado perfecto. Además el papel del número tres es vertiginosamente constante en la obra dantesca, lo mismo que el nueve (tres veces tres) que son los recintos que conforman Infierno, Purgatorio y Paraíso. Otro de los aspectos más visibles de esta arte numerológica es el número seis. En el canto seis de cada uno de las partes se trata un tema político. Ha esto hay que sumar muchas minucias más que nos llevaría mucho tiempo desmenuzar, pero no es casualidad que la proporción de los cantos y los versos esté tan bien delimitada. Hoy esa precisión nos parece un poco exagerada, pero pensemos en el aspecto práctico también. En esa época no se podían desgastar así porque sí las hojas que se tenían. El establecer claros límites ciñe al autor a tener un plan determinado, por más que las musas cambien el rumbo al andar el camino.
Si esto es así, encuentro que el cinco, número áureo, puede brindar algunas claves para comprender la estructura del poema. Hasta donde yo he leído sobre lo que se ha escrito de este poema, no se hace mención sobre este número, pero es tanto y tan variado de los escritos dantescos que no dudo que ya exista algún comentario o un extenso estudio al respecto. Aún así, me parece interesante hacer una reflexión al respecto.
El canto XXI del Purgatorio es, si tomamos en cuenta el poema en su conjunto, el número 55. ¿Cuál es la importancia del número cinco? Para quien gusta de las flores, se habrá dado cuenta que muchas tienen cinco pétalos. Lo mismo ocurre con otras plantas y animales. En la música las escalas pentatónicas son la base para comprensión de la mayoría de los géneros. ¿Y en la poesía? Según Robert Graves, se relaciona con el alfabeto de los árboles que componían los antiguos juglares. Estos árboles y su lenguaje estaban consagrados a la Diosa Blanca «que gobernaba el año y a la que estaba consagrado el número cinco». En fin, la poesía para los antiguos bardos, y Dante es uno de sus máximos representantes, los números son formas en las que se manifiesta y vibra la divinidad y los misterios de la naturaleza y el hombre.
Pues bien, me parece que poner atención en ese número nos puede ayudar a comprender el punto de inflexión que significa este canto XXI. Dante lo muestra al explicar el por qué el temblor del monte y los cantos que escuchó y le hicieron sentir escalofríos:
Aquí arriba jamás llega tal sacudimiento, y tiembla solamente cuando alguna alma se siente tan purificada que se levanta y se mueve para ascender al cielo, lo que es acompañado con expresiones de júbilo. La prueba de la purificación se da en la voluntad que de pronto se descubre libre y dispuesta para cambiar de morada, y entonces, el alma se ve excitada en sí misma e inundada de deseo de transitar. Desde un principio lo desea, pero es su propensión lo que no lo consciente, pues así como pecó contra su voluntad, contra su voluntad sufre el tormento que la justicia divina le ha impuesto; así yo que llevo gimiendo quinientos años, no he sentido en mi voluntad la libertad para cambiar de estado.
Quien habla es la sombra del poeta latino Stacio, quien un poco más adelante se expresa más que entusiasmado al hablar del maestro. Dante sonríe y Virgilio no quiere que se delate su identidad. Stacio pregunta y al final del canto se quiere arrodillar ante él. El mantuano contesta como se debe contestar ante el idólatra: «No hagas tal cosa, hermano, tú eres sombra, y sombra es lo que tienes delante».
A diferencia de la avaricia, Stacio es la personificación de la prodigalidad. Ese derroche también se manifiesta en los halagos que parecen incomodar un poco a Virgilio. Con las bellas escenas de este canto, Dante enfatiza esa transición que marca un antes y un después en el poema. El estilo y el ritmo son más ligeros conforme se asciende. A partir de ahora estamos más cerca del paraíso y más alejados de los tormentos del Infierno.
Ya me excedí de tiempo y espacio en este comentario. Dejo la reflexión sobre las siguientes preguntas para los días de lectura que restan ¿de qué manera se entrelazan la conciencia histórica individual y la conciencia histórica colectiva para llevar a cabo una emancipación, o si se quiere en términos dantescos, una purificación del cuerpo y el alma sociales?