Hay que remitirnos al inicio del poema, cuando Dante nos dice, en los tres primeros y rotundos versos, que se encuentra perdido en una selva oscura. Después de ahí todo va de menos a más. Un viaje que inicia en la mayor obscuridad y culmina en la visión de una luz cegadora. En medio, a lo largo de un poema que se desenvuelve como un tapiz iridiscente, el viaje nos permite vislumbrar algunos paisajes del alma. Mejor dicho, cada lector tiene la dicha de hacer alma conforme avanza.

Dice Mandelstam que en el Infierno hay una constante referencia a la ciudad y sus tormentos cotidianos que ya se vislumbraban en el ocaso de la Edad Media. Como ya señalé, que Virgilio sea el guía de Dante, entre otros mensajes, contiene una postura crítica frente a su mundo. Por ello, no es extraño que las metáforas campesinas abunden en el Paraíso, tal es el caso del canto XII.

San Buenaventura al hablar acerca santo Domingo señala que: «fue como un campesino elegido por Cristo para que le ayudase en su huerto». A diferencia de san Francisco cuya patria está en el cielo, Domingo nació para servir en la tierra. Por amor a la verdad evangélica se hizo pronto doctor «y desde entonces se dedicó a cuidar de aquella viña que en breve pierde su verdor si se trabaja mal en su cultivo». Buenaventura compara el apostolado del creador de la orden de los dominicos como un torrente que «socavó las heréticas raíces con tanta fuerza como mayor fuese la resistencia. Del gran afluente de su doctrina salieron múltiples arroyuelos que riegan el huerto católico». Casi al terminar, cuando habla sobre desviación de la orden, agrega una metáfora más: «pronto se recogerán las amargas espigas de tan malos cultivos, y se quejará la cizaña de que no la lleven al granero.» Hasta aquí las referencias campiranas. La más sorprendente por sutil, es la comparación que hace de Cristo con un campesino cuidador de un huerto.

En el mismo canto las referencias a la luz, el movimiento de los círculos y las esferas, la música celestial y las comparaciones luminosas, como la de la aguja atraída por el imán, abundan. ¿Hay alguna relación entre estas metáforas luminosas y las metáforas campesinas? En la actualidad, cuando hacemos referencia a la luz, nuestra imaginación intuye la velocidad y el movimiento vertiginosos, imperceptibles al tiempo y al ojo humanos. Buenaventura, en una parte de su discurso, dice que la consecuencia de la labor del dominico se constata en las veinticuatro antorchas que en ese momento rodean al florentino. Cuando nos referimos a la luz eterna, a nuestra imaginación se le exige percibir una luz con otro ritmo y calidez, como la luz que da vida y hace crecer las plantas y los árboles de los huertos en la noche estrellada.

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