Si el primer terceto inaugura una especie de fuga musical entretejida con palabras, el último terceto, no menos célebre, cierra con una imagen que se contrapone al extravío en la selva oscura:
Ma giá volgeva il mio disiro e il velle,
Si come ruota che igualmente é mossa,
L´amor che muove il sole e l´altre stelle.
Al mismo tiempo que Dante pierde el vigor de su fantasía, logra que el Amor que mueve el cielo y las demás estrellas se encuentre dentro de él. Hay como un fugaz y frágil equilibrio, justo antes de acabar el tercer canto, como acaban los otros, con la palabra stelle. Para lograrlo tuvo que viajar a los más profundos abismos del universo, como el mismo nos recuerda. Al leer el último verso, como se ha dicho en repetidas ocasiones, queda la sensación de que la obra pudiera continuar indefinida e infinitamente. ¿Termina realmente? El silencio, el hondo y embriagador silencio, al acabar la lectura, forma parte de ese frágil equilibrio, como si en el instante se pudiera intensificar mejor la duración de la eternidad.
Al leer libros como la Commedia, hay de igual forma, una íntima y silenciosa comunicación con personas de otros tiempos y espacios. También hay lecturas más o menos sincrónicas. Les agradezco a aquellos que en los últimos cien días fueron compañeros y compañeras de viaje.
Agradecido yo, se lee el libro de otra manera, gracias a ti
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Gracias a ti, por acompañarnos en la lectura de esta maravillosa obra.
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