Este capítulo sobre la quema de los libros de caballería, ha dado lugar a un sin número de comentarios e interpretaciones. De igual forma, nos recuerda la novela distópica de Bradbury, Fahrenheit 451, donde precisamente la trama discurre en torno a la quema de libros. ¿Qué derecho se tiene a quemar un libro? ¿Quién decide cuáles merecen el fuego y por qué ¿No será, como si mal no recuerdo dice Bradbury, que cuando se empieza quemando libros se acaba quemando a los hombres? Por otro lado, ¿no vivimos en un océano de libros muchos de ellos prescindibles y que bien nos haría deshacernos de ellos? En fin, lo que más me llama la atención del escrutinio de los libros que hacen el cura y el barbero en relación a la trama, es cómo el propio Cervantes se convierte en un personaje de ficción, pues uno de los libros que se salva del fuego es, nada más y nada menos, La Galatea, además de que resulta que el alcalaíno es grande amigo del barbero, el cual dice «sé que es más versado en desdichas que en versos». Así, poco a poco y sin darnos muy bien cuenta por medio de qué alquimia, los lectores acabaremos convertidos también, en personajes de la ficción cervantina.
Publicado por Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras
Anarquista patafísico y bloguero en ciernes Ver todas las entradas de Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras