Hay capítulos como este donde se narra la frugal comida de caballero y escudero, donde, por su patetismo, se hace más evidente que no, don Quijote no es un héroe que encarna los más altos ideales ni es una transfiguración de Cristo o un soñador que lucha contra las bajezas del sublunar mundo. No, la historia que se nos narra, a veces de forma triste, a veces de forma alegre, casi siempre combinadas las dos cosas, es la historia de un fracasado que no soportó su fracaso. Por algo Freud (gran admirador de la obra cervantina, pues aprendió español para leerla en su idioma original) dijo que el Quijote es el primer psicoanálisis.

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