No puedo dejar de comparar la idealización que hace don Quijote de su señora Dulcinea y la que hace Dante de Beatriz en la Divina Comedia y otras de sus obras. Y creo que así como Cervantes, de manera muy sutil se burla de los altos y manidos valores de la tradición literaria, también se burla de las idealizaciones sobre el amor. Es por ello que el largo diálogo entre Vivaldo y Don Quijote que versa sobre la caballería y el amor que profesan a sus señoras, en el fondo venga tan de molde y sea tan irónico en comparación a la escena del muerto Grisóstomo que va en andas muerto por el amor no correspondido de Marcela. El amor en la modernidad en ciernes sería otro cantar. Por eso don Quijote es ridículo, lo mismo que Grisóstomo es patético, persiguiendo el viento y dando voces a la soledad.
Publicado por Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras
Anarquista patafísico y bloguero en ciernes Ver todas las entradas de Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras