La tarde flor en llama rojumbre

purificando el caserío

como sin querer avanza

de la raíz hasta la cumbre

del pueblo enramado en el monte.

De lejos se escucha el murmullo

del agua andando por la acequia

y en el aire con barullo

golondrinas hacen su nido.

La lluvia barrió todo el ruido

del pasado día de fiesta.

Nacen en los muros de piedra

trébol, hierba y pasto humilde,

jardín de las suaves delicias

donde la nostalgia se pierde

y la felicidad nos muerde

con sus verdinegras caricias.

La tarde esplendente sin centro

abrió la mirada hacia dentro

y encontró un pozo primordial

que refleja el eco rústico

de mi niñez que regresa,

dorando al sol su piel mudable

el pueblo callado y beatífico.

Arquímedes Herrera

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