Se llama Luna mi perra,

su pelo dorado viento

en el bosque es de sol y agua

alquimia del verde sueño.

Es feliz como las flores

comiendo el azul del cielo.

Tiene su mirada triste

sangre dulce del sosiego.

Con su olfato ella descifra

enterrados los secretos

de la palpitante vida

del sagrado bosque viejo.

¿Ella escucha con su alma

la pena de los mineros

que por la fiebre de plata

de luna fue su recuerdo?

Ella no sabe de muerte

sólo reconoce el miedo

que va andando por las ramas

y se incrusta en los senderos.

Huele a perra y a mi infancia

y la amistad es el fuego,

el lenguaje con que hablamos

cuando estamos en silencio.

Dicen que en el inframundo

ella seguirá viviendo

esperándome tranquila

para andar ese terreno.

Y que si cruel la fortuna

a mí me lleva primero,

ella aquí verá mi alma

como un verde y triste vuelo.

*Pedro Vázquez

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