Este es el episodio de los galeotes que don Quijote liberó y que a cambio lo dejaron tundido a pedradas y más encolerizado que de costumbre por verse humillado a pesar del bien que había hecho. Algunos como Vargas Llosa han querido ver en este episodio los ideales justicieros del hidalgo. Y es cierto, pero también es cierto que muestra una vez más que esos ideales están tan desfasados de la realidad y tan fuera de la ley que remarcan la marginalidad de los presos y que tanto se le parecen a don Quijote, él también personaje en las márgenes de la sociedad de su tiempo y que por lo tanto nos permite comprender mejor cómo eran las instituciones de aquella España. Peculiar también es el caso de Ginés de Pasamonte y las burlas veras que hace el alcalaíno sobrealgunos escritores.

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