En las mañanas, tierno aún el día,
el santo olor a pan sale a la calle;
llovizna de bondad, trigo del valle
bien cocinado en la panadería.
Bandada de palomas por el suelo
trepan los muros, entran por las grietas,
de la dócil memoria abren las puertas,
de lo nunca vivido son consuelo.
Peregrino con hambre de lo cierto
trago ese olor, se amansa cada cosa,
y ya no sé si todo nace muerto.
Recuerdo que la vida es una rosa
naciendo sin por qué en el desierto
y es, parecida al pan, buena y sabrosa.
*José León