Un árbol que respira en lo profundo

despierta los murmullos de los negros.

Sacas del corazón tristes alegros

voz del esclavo libre, el vagabundo

que respira al jilguero en la espesura

y al puente del pasado hasta el futuro

y, desde su pulmón, agrieta el muro

y anuncia al suave tren por la llanura.

Cada voz en el árbol reverdece

viejas ramas, sin historia, de los muertos;

la música, esperanza que amanece

y baña de rocío los desiertos,

será, en nuestros labios, la certeza

del tiempo, en espirales, que regresa.

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