Un hombre muere solo, cualquier hombre

cansado de vagar sin rumbo fijo,

como patria en el cuello un crucifijo

muere en tierras lejanas, ya sin nombre.

Un hombre muere solo, es un obrero

de otra lengua exiliado y de sí mismo,

sonriente se desliza ante el abismo,

contento de dejar el mundo fiero.

La policía, dice, fue un suicidio;

limpia la sangre, sigue en sus asuntos.

Tal vez en el infierno haya otra suerte.

Ágil para dejar este presidio,

como el cuerpo de todos los difuntos.

el cuerpo santificado por la muerte,

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