La historia que cuenta el cabrero, en apariencia sencilla, guarda una serie de secretos que hay que saber desmenuzar. No por nada Cervantes la pone en el penúltimo capítulo, a dos pasos del final de la primera parte del Quijote. Pero, aunque no lo parezca a primera vista, algo tiene que ver con el manchego la historia del soldado que se llevó a Leandra. Por otra parte, quisiera aquí anotar que mucho se dice que Cervantes fracasó en muchas cosas pero en ninguna como en el teatro. Ese es uno más de los mitos que rodean al alcalaíno. Nos lo quieren hacer pasar por lo que no era, para acrecentar la perplejidad que nos produce el Quijote. Más bien, creo yo, en el autor peleaban dos tendencias, una, la de seguir los cánones establecidos y adaptarse y destacar en ellos, otra, tendencia que emergía desde las profundidades de su alma creativa, que asimiló lo mejor de la tradición, para ponerlo todo de cabeza, o más bien, para ponerlo todo sobre pies modernos. Mañana se termina la primera parte del Quijote, me pregunto que sentiría Cervantes al terminar su obra ¿habría intuido las repercusiones de su obra? ¿Supo que había inaugurado la novela moderna y con ello la crítica en la literatura?

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