Dicen que uno de los artificios que debe cumplir la novela es el de la ambigüedad. nada debe quedar del todo claro y con un sólo sentido. El Quijote debe su belleza a esos múltiples sentidos e interpretaciones que cada uno de los lectores hace. Una vez más ¿Don Quijote se hace el loco o se hace el loco? En este capítulo desciende a la cueva de Montesinos y ve cosas maravillosas y fantásticas, tanto que el narrador las tiene por apócrifas. ¿Sancho cree los disparates e invenciones de su señor? ¿Tuvo una alucinación el manchego o simplemente está mintiendo? eso nunca se nos dice, uno tiene que hacer sus propias conjeturas, pero pienso que si estuviera mintiendo y él lo supiera, como a veces se nos dan muestras de que así es, el apodo del Caballero de la Triste Figura le queda a molde.
Publicado por Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras
Anarquista patafísico y bloguero en ciernes Ver todas las entradas de Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras