Este capítulo es, para mi gusto, uno de los más tristes de la segunda parte. Es cuando Sancho deja la ínsula y pide que se le deje ir. La manera en que lo tratan y la dieta en que lo tienen le hace tomar esta resolución. En fin, que después de esta aventura ¿Qué ilusión le queda a Sancho? Antes de ser gobernador, esa promesa era lo que lo mantenía unido a su señor. Ahora tal vez se reafirme más esa amistad, ya sin los idealismos y ambiciones que entraña el deseo de poder.
Publicado por Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras
Anarquista patafísico y bloguero en ciernes Ver todas las entradas de Colectivo de escritores hidalguenses y de otras tierras