En estos días que he investigado más sobre el transhumanismo tecnocientífico, me percaté de que la palabra de Dante, Trashumanar, guarda una importante diferencia con lo que postula su uso moderno. Lo más evidente es la palabra utilizada como concepto hace referencia a una ideología y en el segundo caso hace referencia a un verbo, es decir una actividad relacionada con la experiencia místico-poética. Pero hay mucho más sutiles diferencias que es necesario abordar. Veamos.
Según un artículo de Nick Bostrom sobre la historia del pensamiento transhumanista, el cual se remonta a la leyenda de Gilgamesh, el concepto fue usado por Julian Huxley, hermano del famoso novelista, el cual lo definió de esta manera:
La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí misma –no sólo
esporádicamente, un individuo aquí de cierta manera, un individuo ahí de otra- sino en su totalidad, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva
creencia. Tal vez transhumanismo servirá: el hombre permaneciendo hombre,
pero transcendiéndose mediante la realización de nuevas posibilidades de y para
su naturaleza humana.
Lo primero que hay que señalar en esta definición y el uso que Bostrom hace de ella, es que la relaciona completamente a una transformación radical del ser humano por medio de la ciencia y la tecnología, mientras que el uso que Dante hace de la palabra Trashumanar se refiere más bien a una experiencia que atañe íntimamente al individuo, aunque desde luego implica que esa experiencia entre más intensa y profunda se relaciona a una experiencia común a los seres humanos. Otra diferencia es que el Transhumanismo se refiere, como señalé arriba, a una ideología, mientras que el verbo poético no lo es. Es por ello que digo que Trashumanar no puede ser un ismo, en el sentido negativo que tiene cualquier ismo, como capitalismo, comunismo, feminismo, transhumanismo, etc. ya que los ismos hacen referencia precisamente a un grupo que por medio de argumentos injustificados cumple una función social de dominio mistificando la realidad y siendo aceptado como válido por el resto de la sociedad. Por el contrario, y esto es lo más importante de la radical diferencia, es que el Trashumanar sería un posibilidad (la otra sería la crítica científica) de desvelar las falsedades en las que se sustentan las ideológicas. En este sentido sería un despertar por medio de la experiencia poética.
Es cierto que, por fortuna, el termino Transhumanismo no goza de la hegemonía suficiente para aceptarse como discurso mistificador de la realidad por parte de la sociedad en su conjunto, como lo son otros conceptos como el de Desarrollo o Progreso. Sin embargo, es pertinente preguntar precisamente qué diferencia guardan con estos conceptos más populares. Pues bien, como señala Bostrom, el Transhumanismo se considera heredero de la ilustración, sobre todo por la importancia que se le da a la ciencia y la tecnología, así como a la libertad, la democracia y el uso de la razón. Desde luego que las mismas referencias históricas que apunta el filósofo sueco están pasadas por el tamiz ideológico que le permite ver sólo lo que quiere ver y permite suavizar, como Bostrom mismo señala citando a Fukuyama, una de las ideologías más peligrosas de nuestros tiempos.
Ahora bien, la diferencia con los conceptos de desarrollo y progreso, la encuentro en que este nuevo concepto, trata de dar un salto evolutivo, una probable singularidad, donde más que desarrollarnos o progresar, estaríamos pasando a una nueva etapa poshumana. La idea, aunque sugerente para muchas personas, tiene tantas inconsistencias teóricas y fácticas, que no merecería tomarse en cuenta sino fuera porque es usada por grupos de poder que tienen bastante influencia en la toma dediciones y en las nuevas maneras en que se concibe el mundo y nuestro estar en él. Y es que ese es el problema de la ideología, que no importa muchas veces que las ideas sean absurdas, se creen porque el grupo que las sustenta tiene influencia en la sociedad. Así, si una persona tocará a nuestra puerta, con su maletín en una mano, y nos dijera que nos trae la buena nueva de que nuestro universo no es más que una simulación virtual hecha por una megacomputadora superinteligente y al mismo tiempo nos ofreciera la fuente de la eterna juventud y unas pócimas para hacernos más inteligentes y bellos con el nuevo uso de la biotecnología y nos ofreciera guardar nuestra alma en un software para que después nuestros tataranietos interactúen con nosotros en Marte, seguramente lo tomaríamos por un charlatán, pero ¿Qué pasa cuando el hombre que nos dice estas o parecidas cosas se llama Elon Musk, uno de los empresarios más poderosos y ricos del mundo? Pues sucede que he escuchado a científicos y pensadores tomarse estas promesas en serio y creerlas y trasmitirlas como el camino que tenemos que seguir si queremos salvarnos del apocalipsis.
En fin, que por el momento la ideología Transhumanista, no es la hegemónica pero creo que para allá vamos. Si bien esa singularidad de la que habla Bostrom, él mismo la pone en duda a pesar de que muchos científicos sí creen y argumentan con múltiples razones, que daremos ese salto evolutivo poshumano, lo que es cierto es que antes de implantar esta idea, donde parece que sí estamos cerca de una singularidad es en el discurso hegemónico, el cual está pasando de la ideología del desarrollo como directriz de la política y la economía a un uso cada vez mayor de las concepciones transhumanistas para encaminar las relaciones sociales en la sociedad capitalista actual. ¿Cuál es entonces la similitud y la diferencia entre el concepto de desarrollo y el del transhumanismo? Para saberlo, primero nos tenemos que preguntar ¿Qué es el desarrollo y que función tiene ideológicamente en este colapso civilizatorio?