#Dante2021 Paraíso Canto XXXIII: El Amor y el Universo

Si el primer terceto inaugura una especie de fuga musical entretejida con palabras, el último terceto, no menos célebre, cierra con una imagen que se contrapone al extravío en la selva oscura:

Ma giá volgeva il mio disiro e il velle,

Si come ruota che igualmente é mossa,

L´amor che muove il sole e l´altre stelle.

Al mismo tiempo que Dante pierde el vigor de su fantasía, logra que el Amor que mueve el cielo y las demás estrellas se encuentre dentro de él. Hay como un fugaz y frágil equilibrio, justo antes de acabar el tercer canto, como acaban los otros, con la palabra stelle. Para lograrlo tuvo que viajar a los más profundos abismos del universo, como el mismo nos recuerda. Al leer el último verso, como se ha dicho en repetidas ocasiones, queda la sensación de que la obra pudiera continuar indefinida e infinitamente. ¿Termina realmente? El silencio, el hondo y embriagador silencio, al acabar la lectura, forma parte de ese frágil equilibrio, como si en el instante se pudiera intensificar mejor la duración de la eternidad.

Al leer libros como la Commedia, hay de igual forma, una íntima y silenciosa comunicación con personas de otros tiempos y espacios. También hay lecturas más o menos sincrónicas. Les agradezco a aquellos que en los últimos cien días fueron compañeros y compañeras de viaje.

#Dante2021 Paraíso Canto XXXII: El sueño y el despertar

Si mal no recuerdo, en ningún lugar de la comedia antes de este canto se nos dice explícitamente que el viaje por el más allá es un sueño. Recuerdo, esos sí, que desde principio el poeta peregrino sufre de constantes desmayos, ensoñaciones y cae en profundos sueño. Desde luego, como nos damos cuenta a medida que se avanza en la lectura, las escenas, incluso las del paraíso, tienen un no se qué de pesadilla y alucinación. Desde el principio, Dante se encuentra en una selva oscura, inexplicablemente, como ocurre en los sueños. Es hasta el final de este canto que San Bernardo le dice:

Ma perché il tempo fugge che t´assonna,

Qui farem punto, come buon sartore,

Che, com´egli ha del panno, fa la gonna

(Más porque el tiempo de tu sueño ya está terminando, es menester que demos fin a nuestra plática, como el sastre que hace la túnica según le alcanza el paño.)

Dante no nos da pormenores de esta paradoja que tendremos que resolver en el silencio que quede reverberando después de el final de la lectura. Si todo se trató de un sueño ¿de qué tipo de verdad se nos estuvo hablando? ¿Por qué el tiempo del sueño fue de esta extensión? ¿El tiempo que duró el sueño que tanto se corresponde con la extensión del poema? ¿Dios expresa mejor sus designios a través de los sueños? ¿Qué pasó después de que Dante despertó?

En los siglos XIX y XX el psicoanálisis el romanticismo y el surrealismo, elevaron el sueño a categoría suprema. El sueño es una segunda vida, dirá Nerval en Aurelia, otra obra sobre la pérdida de una mujer. Sin embargo, parece que el tema del sueño siempre ha estado presente a lo largo de la literatura y el descubrimiento de los poderes del sueño fue más bien un reencuentro con esa parte perdida a raíz del racionalismo.

Se sabe que Dante creía que Dios en efecto había creado el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Aunque también es cierto no creía que lo que había expresado en su Commedia correspondía fielmente a esa realidad sobrenatural. Una realidad, dicho sea de paso, que está en el más allá, pero que siempre es un más acá. Que es un sueño, pero que es más intenso que la vigilia. Novalis, otro romántico, dijo que cuando soñamos que soñamos está próximo el despertar. En el canto penúltimo, por boca de San Bernardo, el lector se entera de que ha estado leyendo una larga visión, un largo sueño. Dante, el sastre, ha confeccionado su abigarrada túnica con medidas muy precisas. Así fue tejiendo un sueño hecho de palabras bien medidas y sopesadas. O así nos parecen, pero pensemos un momento en el hombre que las escribió. Tiene las hojas justas y más o menos el esquema general de lo que quiere contarnos, pero ante lo sagrado de la página en blanco, se lanza y se pierde en una aventura sin retorno. Al final de su obra, seguramente dichoso en la desdicha, el summo poeta nos dice que la literatura es otra forma de recrear los sueños, de despertar y abrir los ojos ese otro sueño que es la vida.

#Dante2021 Paraíso Canto XXXI: La sonrisa de Beatriz y el instante

En el último de sus nueve ensayos dantescos, Borges aborda el canto XXXI. Lo titula La última sonrisa de Beatriz y tiene como propósito «comentar los versos más patéticos que la literatura ha alcanzado». En este célebre ensayo es donde suelta su hipótesis muy dantesca: toda la Comedia fue construida para recuperar a la irrecuperable Beatriz. Así, todo el edificio poético y narrativo se justifican por este deseo: «una sonrisa y una voz, que el sabe perdidas, son lo fundamental.» Si Borges está en lo cierto, tenemos una nueva clave para aproximarnos a la comprensión de la obra en sus mensajes más profundos y místicos.

Pues bien, imaginemos un conjunto infinito de instantes de dicha. Uno de esos instantes es la última sonrisa de Beatriz en el empíreo. Aunque en la Vita Nuova y otros textos se hace referencia a cómo fue germinando, ese instante, lo más palpable y cierto es que quedó plasmado en un poema de casi quince mil versos. Incluso podemos suponer que el procedimiento de Dante fue el inverso a cómo inicia la obra. Si lo esencial era recuperar la sonrisa de Beatriz, todo el entramado anterior tenía ya fijado un punto de llegada. Así, el acto sincrónico único, tiene su eje en este instante personalísimo del poeta y su búsqueda.

A lo largo de estos comentarios he tratado de argumentar que el poema dantesco es terapéutico y que, de manera directa o indirecta, se propone influir en la transformación del lector. El mismo Dante en algunos cantos lo declara explícitamente. En cierto sentido, al escribir la Comedia, buscó la sanación de su alma y buscó compartir esa experiencia y ayudar a los futuros lectores en ese camino. Y lo hizo desde la forma menos dogmática posible, lo hizo desde la literatura como fuente inagotable de símbolos, alegorías e imágenes que admite múltiples, casi infinitos significados. Así se lo dice a Beatriz al término de la oración que le dirige:

La tua magnificenza in me custodi,

Sí che lánima mia, che fatta hai sana,

Piacente a te dal corpo si disnodi

(Haz que tus dones se conserven en mí, para que mi alma, a la que has vuelto la salud, llegue a serte agradable cuando por fin salga de este cuerpo)

Es momento de llevar hasta sus últimas consecuencias la hipótesis sobre el acto sincrónico único y lo que se ha deriva de esta visión de la historia que según he sostenido permea la Comedia en su conjunto. Dante pide que esos dones se conserven en él, porque sabe que son efímeros.

El Fausto de Goethe, cuando está a punto de hacer su famoso pacto con el diablo, exclama: «Choquemos esos cinco. Si alguna vez digo ante un instante: «¡Detente, eres tan bello!», puedes atarme con cadenas y con gusto me hundiré.» Dante, pudo detener ese instante, se hundió en la selva oscura y se iluminó en el empíreo. Ese instante lo prolongó durante largos años de composición de su magno poema. La salud la encontró en su enfermedad ¿La encontró realmente? Los amorosos buscan, nunca han de encontrar, dice el poeta. Exiliado, solo y humillado, exorcizo sus demonios, recuperó la sonrisa de Beatriz y, por medio de la escritura, buscó la purificación de su alma y, por último, la desintegración en la luz divina. En el año 1321 logró su propósito: acabó el Paraíso y murió en Ravena, Italia.

#Dante2021 Paraíso Canto XXX: Un río de luz y belleza

Si algo define las investigaciones de algunos físicos es la búsqueda de la belleza. De ahí los vasos comunicantes entre ciencia y poesía. De hecho, algunos de los descubrimientos más importantes se han realizado en la búsqueda de la belleza. Paul Dirac, el físico matemático que descubrió la ecuación que lleva su nombre y que tantas aportaciones hizo al conocimiento del átomo, decía que las leyes de la física tenían que ser bellas, por lo que más que por experimentación se guiaba por su sentido estético de las matemáticas. Si esto es así, la mayor contribución de los pensadores del medievo fue lo que se llamó la estética de la luz. Y lejos de lo que se piensa, esta estética tuvo implicaciones prácticas, como lo muestran las catedrales que perduran hasta nuestros días.

En el canto XXX Beatriz y Dante llegan al empíreo y la Musa se muestra más bella conforme ascienden como se nos ha ido advirtiendo a lo largo de los cantos, en lo que Bartolini llama una dialéctica de la mirada. Como este es el último lugar/no lugar la belleza de Beatriz es absoluta por lo cual el Bardo se resigna a no poder describirla:

La hermosura que en esos momentos vi en ella, excede todo lo que los hombres podemos imaginar, por lo que yo tengo por cierto que solamente su Hacedor podría comprenderla. Yo me declaro incompetente para describirla, como jamás se sintió autor alguno, cómico o trágico, abrumado por su oficio y su trabajo…Yo siento que no se ha interrumpido mi canto de alabanza hacia ela, más ahora me veo forzado a sus pender los versos que hablan de su belleza…

¿Acaso esta claudicación, este no poder decir, no la hace aún más bella? Después de que Dante se da por vencido, acceden al empíreo, saliendo de los cielos corpóreos y entrando al recinto que es pura luz «luz del intelecto nutrida por el amor». Entonces hay una luz cegadora que no le permite ver cosa alguna. Ese resplandor el la bienvenida que el amor da a los que acceden a esas altura «para curarle la vista con la medicina de la luz.» Después de estas palabras es cuando ve un resplandor en forma de río cuyas orillas están cubiertas de flores primaverales que tienen el el aspecto de rubíes engastados. Beatriz lo incita a que beba de ese río y le explica que es sólo un símbolo de su verdadera realidad. Apenas toca el agua sus párpados:

Percibí cosas distintas, pues me pareció que de largo, el río se convertía en redondo, y después sentí como si todas las cosas se despojaran de un antifaz, presentándose muy diferentes de lo que antes parecían. Así fue que las risueñas luces y las flores se convirtieron en las dos cortes celestiales, tales como en realidad eran.

En este pasaje es interesante tomar en cuenta que Beatriz le pide que beba del río y la manera en que el poeta lo expresa es con el roce del agua en sus párpados: es un beber con los ojos. Entonces la mirada se le aclara, el río que parecía fluir en línea recta ahora es redondo, en juego geométrico de alucinaciones celestiales. Con las abundantes metáforas a la vista, la mirada, los ojos en relación a la belleza y la luz divina, Dante nos invita aquí, sentados en nuestro sillón, a tratar de quitarles el antifaz a las cosas, para que se muestren tal como son. Es la misma búsqueda que guía a muchos científicos, aunque sus hallazgos se hagan por otras vías.

#Dante2021 Paraíso Canto XIX: Un modelo poético del universo

Dice Lederman y Teresi en su libro La partícula divina. Si el universo es la respuesta ¿cuál es la pregunta? que hay dos tipos de especulaciones teóricas sobre la composición de la materia. Los hay más científicos y mecanicistas como Demócrito que, cuando se preguntan por el porqué de un fenómeno, buscan la causa, mientras que hay otros como Platón y Aristóteles que cuando se preguntan el porqué de un fenómeno, buscan su propósito. A esta segunda categoría pertenecen las especulaciones de Dante a lo largo del Paraíso y en específico en el canto XIX.

Es curioso comprobar que esa dicotomía sigue vigente hasta nuestros días y que está presente en el terreno científico. Por ello, un físico como Lederman está más en la línea de Demócrito, mientras que un físico como Penrose habla de un mundo platónico compatible y vinculado con el mundo de la física. Y en efecto, en el fondo creo que hay pensadores y científicos que buscan un propósito lo declaren o no. Me parece que a este tipo de investigadores les puede parecer una visión alegórica bastante intuitiva la postulada por el poeta italiano.

El canto XIX inicia con una imagen sobre el equilibrio entre Aries y Libra en el firmamento. esta imagen no hay que dejarla de lado en relación al largo discurso de Beatriz sobre el origen y armonía de todo lo existente.

Ahora bien, abordaré nueve de los que considero principales temas cosmológicos del canto y los trataré de relacionar con las metáforas, imágenes y mitos de los que hacen uso los científicos modernos para explicarnos sus experimentos, comprobaciones y muchas veces intrépidas y descabelladas teorías.

1.- Empecemos por el principio. Beatriz le dice al Bardo que ante sus dudas no es necesario que hable porque ella puede ver sus pensamientos en la esencia de aquel que todo lo ve, en aquel punto que es un no lugar donde se encuentra todo tiempo y espacio.

Algo parecido dice Hameroff en sus estudios de la conciencia, al señalar que ésta pudo formarse a partir del big bang. Como si el universo se conformase no solo de materia sino de espíritu al mismo tiempo. Una especie de información cuántica contenida incluso antes de la gran explosión.

2.- Beatriz señala que el punto-Dios se difundió por todos lados para que se reflejase en las cosas y pudiera reconocer su existencia.

Este punto se vincula al anterior. Si el universo es conciencia, la conciencia humana es una de las formas por medio del cuál Dios reconoce su existencia.

3.- Antes de la creación Él ya se encontraba activo.

Roger Penrose y otros físicos, actualmente postulan que el universo tal vez no tuvo su inició en el big bang. Desde una teoría cíclica del universo, postulan que el universo tiene un inició y un fin cíclico. Es una teoría que guarda relación con el universo como conciencia, ya que no es imposible, si estuvieran en lo correcto, que cada nueva creación del universo guardara información de sus anteriores ciclos.

4.- De aquel acto infalible, se crearon la materia, la forma y los ángeles, como flechas disparadas por un arco de tres cuerdas. Esto generó un efecto triple en las cosas creadas, como el rayo de luz que se refracta en un cristal, sin diferencia entre el principio y su complemento.

El modelo estándar de la física hasta hace poco no lograba responder la paradoja de que a un nivel subatómico las partículas no tuvieran masa según los modelos matemáticos. Torciendo un poco los conceptos pero no tanto, podemos decir que la forma es la masa necesaria para que las partículas conformen átomos y por lo tanto la materia, mientras que los ángeles sería ese campo de Higgs y por lo tanto donde es posible se encuentre la clave para el estudio de la conciencia en el universo.

5-Antes de contar veinte, los ángeles perturbaron el mundo material y otros se mantuvieron fieles sin suspender su actividad en torno al centro luminoso al que pertenecen. La soberbia del ángel caído, quien decidió no reconocer la bondad suprema y seguir girando en torno al punto-Dios generó un desequilibrio.

Según el modelo estándar de la física el universo se creo por un desequilibrio en la simetría creando el espacio tiempo.

6.- Los ángeles tienen inteligencia, memoria y voluntad, no como la de los simples mortales pero sí la tienen. La memoria, por ejemplo, es distinta porque estas sustancias se deleitan en la imagen de dios y por ello no necesitan un objetivo nuevo en donde distraer su mirada y por lo tanto tener que recordar.

Si existe la conciencia en el universo y como dice Hameroff, nuestras almas al morir regresan al alma del mundo, existe tal vez un tipo de información cuántica desde el inicio de la creación que está relacionada a los ciclos anteriores.

7.- Existen falacias, chistes, fábulas y propuestas falaces con los que se explican fenómenos naturales/sobrenaturales. Sin embargo la búsqueda de la verdad debe de guiar e iluminar las búsquedas de los motivos más ocultos del ser.

En la ciencia y en la poesía, por diferentes vías se guían por similares principios. Nótese que Dante no incluye las invenciones de la poesía en ese tipo de fábulas y falacias falaces. Por el contrario, como lo mostró a lo largo de la Comedia, es uno de los accesos al conocimiento y la verdad.

8.- La naturaleza angélica se vuelve tan numerosa de grado en grado, que ni la palabra ni la imaginación pueden alcanzarla pues su número es indeterminado.

¿Y la ciencia puede alcanzar la verdad? A pesar de los avances tan sorprendentes de la física y otras ciencias, siguiendo a Dante, creo que la realidad última de las cosas es y será incognoscible.

9.- La primera luz que en ellos reverbera les penetra de múltiples formas, y cada forma es acorde al ser que recibe esa luz. Esto se comprende mejor con la metáfora de los múltiples espejos que el Poder divino a pulido sin que por ello deje de ser uno e indivisible como al principio.

Finalmente, hay que entender esta visión poética del universo tanto en su aspecto diacrónico, el origen, como sincrónico, el aquí y el ahora, ya que estas dos temporalidades se entrelazan. El punto-Dios es el origen del universo y es el sustento en cada uno de sus instantes presentes. Y el uno indivisible, ¿no se parece al átomo de Demócrito y al bosón de Higgs? Desde luego no todos los científicos toman en serio el que el universo tenga un propósito o conciencia o información cuántica o como quiera llamársele, pero ningún científico negará que nuestro cosmos parece el producto de un milagro. Por otro lado, estas comparaciones entre el Paraíso y la física moderna pueden parecer muy arbitrarias. Sin embargo, creo que las intuiciones poéticas muchas veces se acercan, y en ocasiones se adelantan, a los descubrimientos de la ciencia. Sin duda, de aquí a setecientos años, cuando los descubrimientos de la física sean aún más profundos, este canto se podrá leer e interpretar de otra manera y aumentará su riqueza. Lederman y Teresi señalan que Demócrito se adelantó, con la Razón Pura como herramienta, a las comprobaciones de la física actual. También señalan que fue hasta el Renacimiento que se le dio continuidad a sus intuiciones. Para los investigadores, los descubrimientos en la física desaparecieron a lo largo de la Edad Media. Desconozco hasta que punto esta generalización sea cierta, pero lo que es cierto es que Dante, con la Razón Imaginativa como herramienta, intuyó una nueva y sorprendente visión del cosmos: un punto-Dios indivisible en el microcosmos y el macrocosmos.

#Dante2021 Paraíso Canto XXVIII: Una nueva visión del Universo

Teodolina Barolini, en su comentario a este canto en Digital Dante, lo titula Viejo y Nuevo Universo. En estos difíciles cantos del Paraíso, he sido afortunado en encontrar estos comentarios que me han aclarado la lectura. Según la autora, en este canto metafísico, Dante nos presenta una nueva visión del universo. Se pasa de considerar a la tierra como el centro a considerar a Dios como un punto luminoso en el centro del cosmos. Ese punto brillante que es Dios, infinitesimal e indivisible, es como un punto matemático, nos dice la autora.

Ahora bien, el viejo universo es el universo físico y el nuevo universo es el universo metafísico. El intento del canto es tratar de reconciliar estos dos universos en uno Es, como señala Barolini, uno de los grandes cantos sobre la inteligencia divina y dice «Este punto es a la vez, centro y circunferencia, es a la vez, la profundidad agustiniana y la inmensidad aristotélica» Así entendido, la paradoja de los dos universos, está también en nuestra mente y por lo tanto podemos percibir ese punto del motor inmóvil dentro de nosotros.

El poeta peregrino enlaza el universo sensible y material con el universo inmaterial y espiritual. Como también señala Barolini, el florentino transgrede los límites del espacio y tiempo: en el empíreo, a la vez está en el motor inmóvil que mueve el mundo físico y metafísico. ¡Y él está ahí como mortal!

No me voy a detener en cada uno de los puntos claves del canto, porque creo que Barolino los aborda de manera muy esclarecedora. Me voy a detener en un pasaje que la autora no aborda, pero que me parece que puede ayudar a una mayor comprensión sobre esta visión del universo.

Ante las dudas de Dante sobre estos dos universos y la manera paradójica en que se comunican e interrelacionan, Beatriz contesta de una manera que a nosotros como lectores nos sigue dejando con dudas, sin embargo el peregrino se da por satisfecho «que la verdad le fue tan evidente como las estrellas del cielo». Cuando la Musa deja de hablar y dante lo ve todo más claro, los círculos que gravitan al rededor del punto-Dios, empiezan a centellear:

Y cada una de aquellas chispas producía como un incendio, y eran en tal cantidad, que su número excedía al de las casillas del tablero de ajedrez multiplicadas entre sí

Cuando leí está comparación, me pareció una manera muy ingeniosa de expresar esa unión entre estos dos universos. Dante hace alusión a la leyenda según la cual el inventor del juego ciencia, cuando el rey le dijo que pidiera lo que quisiera, se limitó a pedir un grano de trigo, multiplicado por sí mismo en cada casilla de manera exponencial. Hoy sabemos que esa cantidad es estratosférica.

Walter Benjamin, como compartí en las entradas sobre el Purgatorio, en su tesis I sobre la Filosofía de la Historia dice que, en la partida de ajedrez que es la vida, el materialismo histórico siempre ganará si toma en cuenta al enano giboso y feo, que es quien en realidad quien realiza las jugadas del autómata. ahora con este canto nos acercamos un poco más a la comprensión de esta tesis el punto-Dios está en nosotros y en el universo.

Ahora bien, otro punto que resalta de este canto Teodolina Barolini, es la primacía entre el amor o el intelecto en la aproximación a Dios. En este canto parece que la primacía la tiene el intelecto. Pero es sólo una apariencia, y el juego del ajedrez nos aproxima. Dicen los que saben que el número de partidas posibles es mayor a las estrellas que hay en el universo. Aunque muy pocas son las que tendrían belleza y sentido, muchas de ellas podrían realizarse por los programas de computadoras más poderosos. Entonces ¿Qué hace diferente una partida entre Kasparov-Karpov de una entre Alpha Zero-Stockfish? Hoy los programas de ajedrez incluso pueden dar hasta piezas de ventaja a los jugadores más fuertes del mundo y aún así les ganan con facilidad. Estas máquinas son poderosísimas en su capacidad de cálculo, pero tienen nula capacidad de comprensión, pues hasta ahora carecen de conciencia (y parece que por un tiempo muy largo seguirán careciendo de ella, si es que algún día lo consiguen). Y es que el ajedrez, algunos dicen, juego inventado por Dios o los dioses, no es simplemente un juego intelectual, en el sentido de puro cálculo de variantes matemáticas. Es un juego intelectual en el que se involucra la búsqueda de belleza, emoción, sensibilidad y asombro ante la vida. En palabras dantescas, intelecto y amor entrelazados.

Por cierto, el hermano de Roger Penrose, el físico del que hablaba ayer, es un reconocido campeón de ajedrez en Inglaterra. Penrose postula que la conciencia es un proceso distinto a la simple conexión e interacción de neuronas en el cerebro y nos da nuevas herramientas para pensar la relación del ser humano y el universo. Me pregunto si alguna de esas intuiciones no le visitaron en sus partidas con su padre y sus hermanos.

#Dante2021 Canto XXVII: La conciencia y el universo

A seis días de terminar la lectura de Dante, he encontrado la página Digital Dante de la Universidad de Columbia. Es un sitio web dedicado al poeta y su obra, principalmente la Divina Comedia. El inconveniente es que está en inglés, sin embargo vale la pena echarle un vistazo (https://digitaldante.columbia.edu/). Me pregunto si hubiese hecho los mismos comentarios a cada canto después de haber hallado esta página al principio. Me parece que no, sobre todo porque en el sitio hay un apartado donde vienen los comentarios de Baroliniano, canto por canto y no hubiera resistido la tentación de echarles un vistazo a diario, lo que hubiese sesgado mis opiniones, o, más bien, las hubiese encaminado por otro rumbo Como sea, ya será para la próxima re-lectura. Aún hay infinidad de cosas que comprender. De hecho, tengo la sensación de que he comprendido muy poco del poema sacro. Aún así, es una de las lecturas más intensas que he hecho en mi vida y de la que tantos frutos he recogido.

Hoy quiero comentar una parte del canto XXVII que puede dar para múltiples análisis y que me ha sorprendido cómo tiene relación con las propuestas más revolucionarias de la física y la biología del siglo XXI. Según el comentario de Baroliniano, este canto se puede dividir en tres partes: la militante, la parte mística y la parte polémica. En este breve acercamiento, me voy a enfocar en la parte mística. Y de esta parte me voy a enfocar sólo en el siguiente pasaje, donde Beatriz al hablar, como explica Dante, parecía que Dios se regocijaba en ella:

-La condición del movimiento en el que el centro permanece inmóvil y todo lo demás gira en su derredor comienza precisamente aquí, pues este cielo no tiene más principio que la divina mente, y de ella procede tanto el amor que le da impulso como todo aquello que trasmite su virtud. La luz y el amor le rodean en un círculo, de la misma manera que él rodea a los demás cielos, pero este círculo rige solamente a Aquel en el que se encuentra comprendido, sin que su movimiento se derive de ningún otro, sino que todos derivan de él, como del diez se deriva la mitad y su quinta parte.

La clave de interpretación, si no traduzco mal, la da el comentario Baroliniano, pues dice que Dante está señalando que en este círculo estamos más allá del espacio tiempo continuo, dentro de la mente de Dios. Estamos pues en un no lugar donde no existe el tiempo. En una singularidad, como dirían los físicos y cosmólogos modernos.

Esa singularidad dio origen al big bang. Sin embargo, ahora importantes biólogos y físicos se están cuestionando si nuestro universo fue creado por una especie de mente divina. Y lo hacen desde uno de los misterios que la ciencia aún no acaba de responder con satisfacción, ¿Qué es la conciencia? Esta pregunta en nuestros días, no sólo sigue siendo importante para la filosofía, lo es también para la ciencia y la tecnología. Y es que a pesar de los avances en la informática y robótica, aún lo que diferencia a los humanos de las máquinas es la conciencia.

Y es aquí donde entra la teoría sobre la mente del premio nobel de Física 2020 Roger Penrose y del médico anestesiólogo Stuart Hammerof tan en apariencia disparatada como fascinante, según la cual la conciencia es un proceso que tiene que ver con la física cuántica, enlazando los procesos que ocurren en la mente humana con el universo. En palabras de Hammerof: Es posible que la información de conciencia de todo el cerebro, esté enlazada y pueda existir en el universo como un todo.» De esta manera, nuestras almas están creadas con el el mismo tejido que el universo. Las consecuencias de esta teoría científica son abrumadoras, pues quiere decir que el universo tiene conciencia o como dice Dante, es la mente de Dios que pone a todo en movimiento. Según lo que he investigado, Hammerof lo vincula a las creencias budistas e hindúes, pero más bien habría que vincularlo a diversas cosmovisiones.

Por su parte Penrose, que rechaza las especulaciones religiosas, señala que esta conexión cuántica entre el cerebro y el universo, explicaría porque es poco probable que las computadoras algún día puedan tener conciencia, aunque sean muy buenas para el cálculo no pueden comprender, están desconectadas del cosmos.

Las consecuencias de esta teoría aún se desconoce, aunque ya se ha comprobado que en muchos procesos biológicos de humanos y de otros animales, interviene esta vinculación cuántica. Ahora bien, si esa información cuántica nos vincula con el universo, cuando morimos, dice Hammerof, es a información no se pierde, se integra a la conciencia del universo. Parecido a lo que postula el budismo. Y también a lo que postula Dante en el Paraíso, la desintegración mística en la luz. así, su concepción de la esperanza toma otro giro: tal vez deberíamos reconsiderar nuestras certezas sobre la vida futura.

#Dante 2021 Paraíso Canto XXVI: Encuentro con Adán

Dante no tiene conversaciones con Cristo. Esto ya lo había notado Borges, aunque la explicación que da no me convence del todo. Tengo otra hipótesis: creo que el poeta no incluyó un diálogo con el Redentor porque el intento a lo largo del Paraíso es presentar una imagen no antropomórfica de Dios. Y es que en estos ámbitos celestes no aparecen figuras humanas a diferencia del Purgatorio y el Infierno, pues la trascendencia, la transhumanización requiere que el alma se libere del cuerpo y sus sombras.

Sin embargo, en este canto sí hay un encuentro con Adán, fruto único que nació maduro como lo describe el Bardo que le solicita disipar muchas de sus dudas. Con la imagen de un animal que se mete en un saco y se agita y desespera, así de ansiosa se pone el alma del primer hombre por complacerlo, y dice:

No es necesario que me expreses lo que piensas, lo conozco mejor que conoces tú aquello que tengas por mejor sabido, pues yo lo veo en el espejo que reproduce todos los objetos, aunque ninguno de ellos se reproduzca en él; es por eso que me doy cuenta de que tú quieres saber cuánto tiempo hace que Dios me ha puesto en el Paraíso terrestre, de donde te trajo la dama que te acompaña; y también quieres saber la causa de la divina cólera, y cuanto se deleitaron mis ojos en la visión del Creador, así como el lenguaje que usé para comunicarme con Él y del que fui inventor.

Entonces en boca de el mismísimo Adán, el florentino se atreve a añadir un argumento a los motivos por los cuales Dios lo expulsó junto con Eva. El largo destierro, nos dice, no se debió por degustar del fruto prohibido, sino la desobediencia del mandato divino. Y se lo dice ahí, muy cerca de donde se encuentra el motor inmóvil. Lo cual es una manera de expresar que sin la rebeldía de Adán y Eva no hubieran pasado del Paraíso terrenal, ni hubiera habido historia humana, pero tampoco divina. Por eso es que le dice a Dante que no necesita hablar pues conoce sus pensamientos por el espejo que reproduce todos los objetos.

En la cábala se dice el Adán Kadmon es una especie de arquetipo o idea platónica del hombre-mujer primordiales que emanan del Ain Sof, o Dios supremo. El Adán Kadmon es también luz divina sin recipientes. Es decir, es preexistente incluso a la creación del cosmos. Así, si el árbol de la vida, cuyas diez esferas son las emanaciones de todo lo existente, también son las esferas con las que se crea el ser humano. Microcosmos y macrocosmos se unen; el infinito universo de allá fuera está dentro de nosotros. Dante parece coincidir en algunos aspectos con esta visión del mundo: los seres humanos participamos de la creación. Sin embargo, difiere en que el hebreo, la lengua que inventó Adán, sea la misma que utilizó Dios para crear el universo, como sí creen los cabalistas: «Es un acto natural el que el hombre hable, pero el sistema de palabras que se emplea es propio de los hombres y la naturaleza deja proceder con libertad en esto». Al final del canto hace mención a la interminable obra de las gentes de Nemrod, es decir, la torre de babel. Sí la cábala postula que Dios creo el universo con las 22 letras del hebreo, el summo poeta, padre de la lengua italiana, difiere: cualquier lengua está tan cerca y tan lejos del desconocido lenguaje divino y sirve para comunicarse con Él. Para nuestro poeta no hay ni pueblos elegidos ni lenguas privilegiadas.

#Dante2021 Paraíso Canto XXV: El principio de esperanza

James Hillman, cuyos libros me suelen deparar horas felices, dice que si alguien cree que la esperanza es una virtud, en vez de creer que es un delirio, entonces esa persona es cristiana. De igual forma señala que los seres humanos somos historia encarnada y, después de milenios de influencia, en buena medida, todos somos cristianos. Para otro pensador, Ernest Bloch, por el contrario, la esperanza es un principio que guía nuestras acciones en el presente. En otras palabras, es la manera en que adquiere sentido el tiempo histórico, social e individual.

En el canto XXV, Dante da una interesante definición de La Esperanza:

Es una certidumbre de la vida futura, producida por la gracia de Dios y los méritos precedentes, y de esta luz me han hecho participe muchas de las luminarias que he conocido en estas regiones, pero quien primero me infundió el sentimiento de comprensión fue el cantor del Ser Supremo, cuando dice: «Esperen en ti, los que saben tu nombre»; pero el que tiene una fe como la mía ¿podría no saber su nombre?

Como habremos de recordar, en la ancha puerta del Infierno hay una inscripción que entre otras cosas dice: quien entre aquí, abandonad toda esperanza. Para Dante, al contrario de Hillman, el delirio inician cuando se abandona este principio, pero a diferencia de Bloch, pasado, presente y futuro, forman parte de la fuerza del principio de esperanza. De ahí que la propuesta en la Comedia, sea analizar la historia como un acto sincrónico único. Me explico. Para el florentino, la esperanza es la certidumbre de la vida futura; certidumbre que está contenida en el propio proceso histórico que inició con la libertad humana, en ese instante primigenio en que se desobedeció el mandato divino y se decidió probar del árbol del conocimiento. La historia, en este sentido, es un largo peregrinaje en búsqueda del paraíso perdido. Sin embargo, esa certeza no hay otra manera de vivirla que en el presente, cualquiera que sea ese presente.

Ahora que he estado leyendo sobre teoría de la relatividad, me he encontrado con opiniones sesudas sobre la posibilidad que con base en esta teoría, el pasado, presente y futuro sean una ilusión. el propio Einstein, escribió a la hermana de un colega recientemente fallecido: «La distinción entre pasado, presente y futuro es una ilusión, por persistente que esta sea». De igual forma, Dante hubiese podido decir lo mismo para explicar su visión histórica, que por cierto, como se expresa en el Paraíso, no esta ajena a una visión cosmológica y psicológica. ¿Cuáles son las consecuencias de esta visión?

Francis Crick, dice que lo que hace poderosa a una teoría científica son dos cuestiones. La primera es que se tiene que contraponer a otra teoría y la segunda es que tiene que ser predictiva. ¿Se puede aplicar el mismo criterio a una visión poética? Por lo que respecta a su lado predictivo ya he señalado la vertiente profética del poeta italiano. Sin embargo, ¿Aún en nuestros días la Comedia guarda ese poder predictivo? y si es así, ¿Qué es lo que otorga esos componentes de predicción sobre nuestro futuro? Para responder, quisiera retomar lo que escribí sobre el momento apocalíptico. Dante cree en que la historia tiene un principio a partir del pecado original y que tendrá un fin el día del juicio final. Ahora bien, creo que para comprender la postura dantesca, tenemos que analizar esta concepción de la historia no como una visión meramente subjetiva, sino como una ideología que se puede analizar objetivamente. Esta visión histórica es algo que está sucediendo en nuestra realidad social. No por nada hay un reloj manejado por científicos al que llaman el reloj del juicio final. A tal grado somos historia encarnada que el apocalipsis lo venimos cumpliendo a cabalidad desde hace bastantes siglos. Y no es algo que sólo ocurra en nuestras cabezas. Si así fuera, la solución sería cambiar nuestras ideas y ya está. No, la historia está encarnada en nuestro sistema de acciones y sistema de objetos que hemos creado. Es, por así decirlo, una profecía autocumplida.

En un proceso donde pasado y presente y futuro, son inevitables porque ya sucedieron ¿Queda lugar para la esperanza? En la visión dantesca, la promesa de la vida futura, es precisamente lo que hace de la historia la aventura de la libertad humana. Como sabemos, Dante también vivió momentos de profundas crisis y transformaciones. En ese contexto, él creyó que estaba viviendo el final de los tiempos. Desde luego, esto no fue así, pero fue la promesa de lo que vendría después lo que le hizo percibir algo de todo lo bueno y lo malo por venir. Tal vez, esa sea nuestra misma situación. El principio de esperanza parece que no emerge en tiempos de estabilidad. La esperanza de un mundo mejor, el tiempo de la utopía y el paraíso en la tierra, emergen cuando todo parece perdido, inevitable e ineluctablemente. Es una luz que viene del futuro, para recordarnos que hay una promesa que tenemos que ayudar a cumplir. ¿Cuál es la certeza de esa vida futura? No es algo que se pueda conocer. La certeza es distinta a la verdad. Es como el nombre de Dios. ¿Quién puede saber cuál de todos es su nombre verdadero? Pero en la certidumbre de nuestro presente, en actos y pensamientos, en las cosas que nos rodean, en el cosmos que habitamos, siempre hay algo del amor y belleza de esa luz eterna que se manifiesta como símbolo del estado de cosas que podría venir.

#Dante2021 Paraíso Canto XXIV: Examen de grado en el cielo

En el último acápite de la primera parte sobre la Teoría de la relatividad especial, Einstein apunta:

El no matemático se siente sobrecogido por un escalofrío místico al oír la palabra «cuadridimensional», una sensación no disímil de la provocada por el fantasma de una comedia.

En efecto, eso es lo que los profanos sentimos con las cada vez más complejas teorías de la física moderna. Aunque es casi seguro que ese escalofrío también y con mayor intensidad, lo experimenten los científicos. y es que , lo quieran o no, los terrenos que pisan se acercan a lo teológico. ¿Qué diría el físico alemán, cuando actualmente se habla de que la realidad tiene diez o más dimensiones?

El canto XXIV me va a ayudar a este respecto. Al inicio Beatriz pide a las luminarias que infundan algo de su luz en el entendimiento del Bardo, que por gracia divina se le ha permitido estar en esas esferas antes de morir. Una luminaria se acerca, empieza a brillar más intensamente que cualquiera de las otras, gira tres veces en torno a Beatriz y entona un canto. entonces, una vez más, Dante nos advierte de que su pluma no posee el intelecto para describirlo «No che il paralare, é tropo color vivo». Entonces beatriz le pide a la luminaria que examine al poeta, pues la verdadera Fe se manifiesta solo en el Paraíso y él como mortal antes de su viaje no la pudo conocer, si acaso sólo intuir. Mientras el florentino prepara mil argumentaciones en su mente, la luminaria le pregunta ¿Qué cosa es la Fe?, a lo que contesta: «La Fe es la sustancia de las cosas que se esperan, y el argumento de las que no se ven.» El examen se prolonga hasta el final del canto, donde, entre otras cosas, Dante declara:

Creo en un sólo y eterno Dios que, sin ser movido, pone al cielo en movimiento con su amor y su voluntad. En apoyo de esta creencia no solamente poseo pruebas físicas y metafísicas, sino que me la suministra también la verdad que aquí emana de Moisés, de los profetas, de los salmos, del Evangelio y de todos aquellos que, como tú, escribieron sus experiencias después de ser santificados por el Espíritu Santo.

Ahora bien, dicen que una de las claves para comprender las ideas de los libros clásicos no es preguntar qué nos dice a nosotros, si no al contrario, debemos hacer la pregunta inversa. ¿Qué le decimos nosotros y nuestras circunstancias a esas ideas? Por ejemplo, la definición que Dante hace de la Fe, si la relacionamos con nuestra ciencia, nos ilumina sobre nuestra situación actual. La definición se divide en dos partes. La primera dice que la Fe es la sustancia de las cosas que se esperan. ¿Cuál es esa sustancia actual y qué nos hace esperar? Según las leyes de la termodinámica, nuestro universo se encuentra en expansión y un proceso irreversible de entropía. Esta concepción, aunque ese proceso entrópico dilate miles de millones de años, en nuestra cosmovisión cotidiana tiene consecuencias sobre nuestra visión del futuro. En el plano histórico, nuestro horizonte no es distinto. Al abandonar la idea de que la sustancia de la historia nos depararía un mundo más justo y mejor, llámese socialismo, anarquismo, comunismo o una mezcla de esta trinidad, hoy, como insisten algunos, es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. De ahí que ideas tan extravagantes y cuasi religiosas como las del transhumanismo y otras, prometan una espiritualidad y trascendencia sin salir de este sistema, sino al contrario, agudizando sus contradicciones. Por último, el individuo ¿Cuál es nuestra esperanza, la sustancia de lo que esperamos? Byung Chul Han habla de un infierno de lo igual y Giorgio Agamben dice que hoy todos somos homo sacer, aquel hombre o mujer que es vida desnuda, puro deseo de sobrevivencia sin trascendencia. Estos dos planteamientos se reforzaron con la pandemia. El mundo digital llegó para quedarse y feisuk, por ejemplo, ya hasta nos ofrece un perfil para cuando muramos, mientras que el infovirus que nos inocularon, nos hace tener una preocupación enfermiza por nuestra salud, como si lo único que nos importara debiera ser no morirnos.

La segunda parte de la definición sobre lo que es la Fe, nos dice que es el argumento de las cosas que no se ven. Ya en otras entradas he señalado que los argumentos se parecen a la ciencia ficción. Hasta ahora, los científicos no se ponen de acuerdo si existen los mundos paralelos, o si somos producto de una simulación virtual o si el universo tuvo un principio o no. Todos esos argumentos se hacen en nombre de la ciencia y se presentan con complicadas fórmulas matemáticas, pero hasta que no se presenten pruebas contundentes que la misma ciencia exige, se quedan en el terreno de la especulación y sí, también de la Fe. Incluso teorías como las del Big Bang , que sí cuentan con pruebas más solidas, son puestas en duda constantemente. Además, no hay que olvidar que esa teoría que se acepta en la comunidad cientídfica fue formulada por un astrofísico que también era sacerdote. De ahí que se haya encontrado similitudes con esta teoría y el motor inmóvil de Tomás de Aquino o Platón o el propio Dante, como en este canto lo señala al decir que Dios, no se mueve pero con su voluntad y amor mueve las cosas. Sin embargo, a diferencia de la visión de estos antiguos pensadores, en la teoría del Big-Bang, sabemos que hay un universo en expansión, pero nada nos da pistas para tener fe de que antes de la gran explosión, haya algo como un motor móvil que ordene el cielo y las demás estrellas con amor y voluntad.

A muchos de los científicos de las llamadas ciencias duras (Física, Química, Matemáticas, Biología, etc.) seguro les desagrada la idea de que muchas de sus teorías entran en el ámbito de la Fe. Pero ateniéndonos a la definición que plantea Dante, encajan a la perfección. Sobre todo la Física se mueve cada vez más en ese terreno, incluso cuando encuentra pruebas en sus experimentaciones. En sus diálogos sobre la religión natural, David Hume planteaba la hipótesis de que las religiones son indispensables para cualquier sociedad. El problema aumenta cuando los argumentos religiosos vienen dados por la ciencia.

Ahora bien, en el fondo de cualquier argumentación teológico-religiosa, subyace la idea de Dios o lo divino. Al igual que Dante, hasta el menos ducho tiene pruebas físicas y metafísicas que avalen sus creencias, es decir su Fe. El problema, el examen que tenemos que responder como sociedad, es si esa Fe puede estar sustentada en un universo sin el amor y voluntad divinos que nos guíen. Einstein se atrevió a decir que Dios no juega a los dados con el universo. Los físicos posteriores insisten en que sí que lo hace y constantemente. Sea lo que sea lo correcto, la magia de la Naturaleza, o sea Dios, aparece a diario frente a nuestros ojos. Sólo los que han perdido la Fe dejarían de maravillarse y dejarían de buscar y encontrar sentido en lo existente. Ese tipo de personas están muertos en vida. Un caso distinto, aunque también algo de desalmado y mucho de megalomanía hay en esas ideas, es el creer que un universo como el nuestro puede ser la simulación virtual creada por una civilización superior.