Tengo conmigo la versión del I Ching de Richard Wilhelm, con el prólogo de Jung y el poema que Borges le dedica. Es, creo, una de las ediciones más bellas traducidas al español. Sin embargo, para realizar mis consultas al I Ching, consultó el libro que me regalaron mis suegros. Es un libro más sencillo y manejable y no tiene la fisonomía de los libros sagrados.
Para mí el I Ching es un libro con el que tengo una amistad distinta a lo que me remite un libro como la Biblia. Hasta en mi trato cotidiano noto que el libro de las mutaciones no me suscita el horror sagrado que sí me provoca la Biblia. Anda por aquí y por allá, y entre sus páginas se percibe la mugre y las cenizas por la lectura constante. Tal vez porque es un libro de una cultura tan diferente a la mía, es que no me genera esa veneración.
¿De qué manera captar el instante? He reflexionando sobre la pregunta que le hice al I Ching. A la conclusión que llego es que hay veces se hacen buenas preguntas y hay veces que no. Me parece que esta no es una de las mejores que le he hecho. Como quiera, tengo que respetar lo que salió. Algo que me gusta del I Ching es que no excluye lo lúdico con tal de que se respeten las reglas del juego. La regla principal de este escrito es que interpretaría la respuesta minuciosamente. Si como creo que este libro enseña, cada instante es la manifestación de la trascendencia en la inmanencia, podemos con suerte, encontrar a Dios que en las grietas acecha.
Ahora bien, la sincronización del tiempo que permite el I Ching, plantea el problema de la conjunción de dos o más sucesos aparentemente desconectados. La casualidad más que la causalidad que ha regido nuestra mentalidad occidental los últimos siglos. Es cierto que el I Ching contesta porque hay un ser humano que realiza una pregunta y por lo tanto ya hay una intencionalidad nada casual. Y, sin embargo, hay un sentido en el mundo que está más allá del sentido que le da quien pregunta. Sí, la respuesta del oráculo no puede excluir la individualidad, pero cuando uno abandona la esfera del ego se alcanzan mayores niveles de comprensión de algo parecido a lo que Jung llamó inconsciente colectivo.
Si en el instante se conjugan cada uno de los sucesos del tiempo y cada uno de los puntos en el espacio, es tarea imposible captarlo. Al consultar el I Ching, ante esa vorágine en la imaginación de quien consulta, acota el instante a dos hexagramas que se complementan. En este caso ¿Cómo acercarnos a una interpretación? Tal vez sea conveniente empezar por la interpretación de las imágenes. La imagen de El Pozo, el hexagrama dominante, es: “un cubo en un pozo con la cuerda rota impide beber”, mientras que la del hexagrama complementario, La Evolución, es: “El viento mueve las hojas de un árbol que crece en la montaña”.
¿Qué simboliza la cuerda rota? En primera instancia, nos plantea el carácter de lo inefable del instante, de ahí su relación con el fenómeno poético. ¿Quién en realidad puede explicarlo? Oh, instante, eras tan bello, dice un verso que no me acuerdo ahorita dónde leí. También el pozo nos remite al alma interior.
Por su parte, la imagen del segundo hexagrama, un leve movimiento y fluir en la quietud. Desde luego que esa no es la imagen que el pensamiento occidental ofrece cuando se habla de evolución. Seguro estas diferencias implican un problema de traducción. Aún así, el árbol, es el símbolo de la maduración lenta, más allá de los tiempos humanos. Sobre todo, cuando crece en la montaña, símbolo de lo sagrado en distintas religiones.
Finalmente, algo que he descubierto cuando me pongo a escribir, es que las palabras toman un rumbo que muchas veces uno no les quiere dar. Es como entrar a un túnel del cuál no sé hacia dónde voy a salir. La mayoría de las veces me topo con pared y el intento se malogra. Otras veces salgo a un claro donde hay un pozo con un cubo sin cuerda. Me asomo y están las constelaciones y la luna que tiembla en el agua que no puedo beber. También el pozo refleja mi sombra.
No logró explicarme del todo porque hace unos días escribí sobre mi lectura de la Divina Comedia para presentar mi interpretación de un instante con la ayuda del I Ching. Hoy encuentro una coincidencia. El viaje de Dante empieza en medio de la selva oscura. Él sí desciende al pozo y encuentra la naturaleza divina que hay en cada uno. También encuentra la bestialidad que nos habita. Al final, el amor lo redime.
Fue un trece de enero que empecé estas notas. Un día después de que terminaran las cabañuelas. La intención es compartir reflexiones en torno a los tiempos que vivimos. La forma del pozo en la antigua China, dice la explicación del rey Wen, era siempre la misma y no cambiaba. Así son las verdades profundas. Amor, Amistad, Muerte, Guerra, Vida, Alma, Espíritu, Dios, son algunas de las palabras que utilizamos para nombrar esas verdades inmutables. Lo difícil es trasmitirlas desde la experiencia personal y concreta y hacerlas una experiencia compartida. Espero lentamente, como él árbol que crece en la montaña, lograrlo. Por hoy, espero haber trasmitido la importancia de acotar en un par de imágenes, el vértigo infinito del instante.