Caminas desnuda y cierta
y te adueñas de la alcoba,
de esta barca a la deriva
donde el amor nos desposa.
En estas cuatro paredes
nada falta y nada sobra,
somos dos las elegidas
para reencantar las cosas.
Y si es un gran teatro el mundo
de mercancías absortas,
en este rincón pequeño
la dignidad es fogosa.
Porque no tenemos precio
y el capital no nos nombra
alzo la voz y pregunto:
¿cuánto valen las caricias
cuando se aman dos personas?
Es el amor quien nos libra,
el que junta nuestras bocas,
el que mueve sol y estrellas
y nuestros cuerpos acopla.
Ya tendidas en el lecho,
olvidadas, sin memoria,
sin saber ya quien es quien
en el río del ahora.
El cielo entra a bocajarro
azul de cantos de alondra;
extasiada por los besos
la ventana sudorosa.
*Chantal Hernández