Este capítulo es, para mi gusto, uno de los más tristes de la segunda parte. Es cuando Sancho deja la ínsula y pide que se le deje ir. La manera en que lo tratan y la dieta en que lo tienen le hace tomar esta resolución. En fin, que después de esta aventura ¿Qué ilusión le queda a Sancho? Antes de ser gobernador, esa promesa era lo que lo mantenía unido a su señor. Ahora tal vez se reafirme más esa amistad, ya sin los idealismos y ambiciones que entraña el deseo de poder.
Quijote 2-LII
¿Por qué hizo doña Rodríguez lo de presentarse en el castillo y rogar a don Quijote? Como se nos cuenta en el capítulo, los presentes quedaron suspensos y admirados, primero pensando que se trataba de una broma de los criados y luego viendo que la cosa iba en serio, con tal de que la dueña remediara el agravio hecho a su hija. En fin, que los duques tienen a una dueña que se les rebela utilizando las burlas que hacen a don Quijote. Lo mismo en las cartas que manda Teresa Panza, aunque se leen en voz alta porque no hay nada que no se pueda saber o que se tenga que ocultar, de todos modos, a nosotros los lectores, nos permite saber la condición social y política de aquel entonces.
Quijote 2-XLIX
Resulta que lo que dijo doña Rodríguez sobre la duquesa era cierto. Como en otras ocasiones Cide Hamete Benengeli nos muestra las relaciones sociales y de poder de una manera oblicua. Tal es el caso del agravio que doña Rodríguez le pide enderece a don Quijote, pues el duque hace oídos sordos pues el hombre que no le cumplió a su hija es alguien que presta dineros. Lo mismo de la mujer vestido de hombre y del hombre vestido de mujer que se encuentra Sancho y su comitiva por las calles. Todos estos enredos tan carnavalescos y que, como en la fábula no se sabe qué son verdad y qué son mentira, perpetuo tema del Quijote; principal punto ciego de la novela.
Quijote 2 XLVIII
¿Qué es verdad y qué mentira en lo que cuenta doña Rodríguez? Las cosas que habla de la duquesa y el duque, ¿son invención suya o son en concierto con los duques? No lo sabremos hasta los siguientes capítulos, pero ya muestras de los enredos en los que nos mete Cervantes, del suspenso que mete en su crítica al poder. Por otro lado, la manera de rematar este capítulo deja una buena lección. Dice el narrador al final: «Pero ello se dirá a su tiempo, que Sancho Panza nos llama y el buen concierto de la historia lo pide». Así es, parece que Cervantes se deja guiar por sus personajes. A estas alturas de la novela, han cobrado vida propia.
Quijote 2-XLVII
Dicen que el poder a los listos marea y a los tontos los enloquece. También dicen que a los que comúnmente llamamos poderosos, más que tener el poder, el poder los tiene y es ejercido a través de ellos. Así pues, esa voluntad de poderío que acecha por cada rincón del cuerpo social, sin rostro y anónimo, es personificado por Cervantes en todos estos capítulos de los duques. Es la primera vez que lo percibo o que pongo atención al hecho de que de los duques no sabemos sus nombres. Eso hace más descarnada la personificación del poder que representan. Ahora que el buen Sancho es gobernador, está probando la miel amarga y cruel del poder.
Quijote 2-XLV
Por fin Sancho está como gobernador de la ínsula Barataria. ¿Qué pensar sobre ello? En este capítulo resulta que, como dice el narrador, no se puede distinguir si Sancho es tonto o discreto. Las pruebas que le ponen recuerdan a las que tuvo que resolver el rey Salomón y que lo hicieron pasar como un sabio. Por ello se nos dice que ante el juicio de Sancho todos lo concibieron como un nuevo Salomón. Da en qué pensar la manera en que a mostrado su buen juicio el famoso escudero. Por otra parte, este capítulo me recordó a algunos de los entremeses de Cervantes, esas pequeñas piezas teatrales donde de manera jocosa hace unas duras y ácidas críticas a la sociedad.
Quijote 2-XLIV
Dice Orhan Pamuk, el novelista turco, que una novela o narración para ser efectiva debe darle énfasis y profunda significación a los objetos en relación a los personajes. Si esto es así, en el Quijote abundan los objetos, las pequeñas cosas que cobran el carácter de signo y símbolo. Como en el este capítulo cuando el narrador nos describe el calcetín roto del caballero, ¡cuántas cosas no significas! ¡qué de evocaciones nos trae la escena de Altisidora y qué diferente toda la teatralidad de los duques se nos antoja.
Quijote 2- XLIII
Buenos y bien encartados son los consejos que da don Quijote a Sancho, ora que se va a ir a gobernar la ínsula que tanto anhelaba. También es graciosa la manera en que amo y escudero alegan acerca de los refranes que ensarta Sancho a la menor provocación. Y sí que es una virtud rara, pues como dice don Quijote, no es tan fácil saberlos ensartar y sobre todo saberse tantos como Sancho. Eso desde luego lo hace más entrañable.
Quijote 2-XLII
Interesante lo que le dice el duque a Sancho cuando este comenta que quiere saber lo que es ser gobernador: «Si una vez lo probáis, Sancho comeros heis las manos tras el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido». En efecto, el poder tiene un efecto seductor y dulce: encantador. Y ante ese sabor terrenal don Quijote da consejos celestiales difíciles de cumplir.
Quijote 2-XLI
Política y farándula son fieles aliados desde hace mucho tiempo. ¿Por qué se da esta indisoluble unión? No lo sabría decir, porque no lo había analizado a detalle hasta ahora que he leído los capítulos de los duques. Entonces me he estado preguntando si el drama forma parte del ejercicio del poder. Desde luego, en nuestros días así ha sido, e incluso en nuestro país tuvimos un presidente de telenovela, diseñado para encantarnos. Pero de lo poco que sé de historia me parece que esa unión entre poder y drama va más allá de nuestros teatrales tiempos. Hace un rato, mientras leía este capítulo, me pregunté ¿Qué pensarán los duques y los criados, cómo se comportarán cuando se vayan don Quijote y Sancho? La clave nos la da el narrador. al final nos dice que los duques recordaron la aventura de Clavileño por el resto de sus días. Y la última sutileza, cuando don Quijote le dice a Sancho que si él le ha de creer lo que vio en el cielo, él le tiene que creer lo que vio en la cueva de Montesinos, una manera de decirle a Sancho que esta vez su desvarío lo llevó al extremo.