Da qué pensar el que Dante dibuje juntos a los iracundos y a los perezosos. Aunque es cierto que con la pandemia estos dos vicios han ido acompañados, muchas veces también es cierto que la falta de oportunidades los tiene, sobre todo a los más jóvenes, encabronados. Así lo relata un manifestante en los actuales conflictos en Barcelona, aunque es un sentimiento generalizado en este ya no tan ancho mundo. El diario el País es quien recoge el testimonio:
“Yo tengo 27 años y ninguna perspectiva de poder marcharme de casa y de tener un proyecto vital. He trabajado de camarero, en una tienda de ropa, e incluso he tenido un contrato solo por un día. Hay mucho hartazgo». Hablan los manifestantes
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Creo que la Divina Comedia nos puede ayudar a expresar los sentimientos que hemos padecido en este largo confinamiento: y tú, ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un arranque de ira e igual que a Filipo Argenti te dieron ganas de despedazar tus carnes con tus propios dientes? Cuéntanos y empecemos a dialogar. Si no has comenzado, aún puedes hacerlo o puedes iniciar desde el canto en el que vamos y después completar la lectura. Y no le tengas miedo a los clásicos como este hermoso libro: lo es porque cualquier hijo de vecino lo puede entender y disfrutar aunque los críticos literarios, que de eso viven, muchas veces se empeñen en llenárnoslos de polvo. Sólo es cuestión de leer menos de diez minutos diarios y contemplar, ahí sí, largo tiempo. Aquí dejo el link del canto octavo recitado en la traducción (ya algo viejita) de Bartolomé Mitre https://youtu.be/ZvurYm06MFU