Caminó siempre entre abrojos,
su nombre, Carmen Balderas,
el mar no vieron sus ojos.
Del Amor tuvo despojos,
pero amaba de a de veras:
caminó siempre entre abrojos.
La vida puso cerrojos,
soledad y tolvaneras:
¡el mar no vieron sus ojos!
Para sus muslos aún rojos
quiso el sol de las palmeras,
caminó siempre entre abrojos.
Su sombra fueron matojos
y el llano sin primaveras,
el mar no vieron sus ojos.
Sus labios eran carnosos,
lluvia y luna sus quimeras,
caminó siempre entre abrojos
y el mar no vieron sus ojos.
Pedro Vázquez (1951), originario de Téllez, Hidalgo, escribió tres libros de «poemas rústicos». Cantos a mi tierra (1977), Rostros y paisajes (1983), Con gusto le canto a Hidalgo (2001). Poeta del campo y acotado a los moldes clásicos de la larga tradición mexicana, se diferencia de los poetas bucólicos en su ácida visión sobre los personajes y paisajes de su terruño. Publicó también el libro de cuentos y leyendas El Jagüey (2005), especie de testamento profético donde muestra la nostalgia por su pueblo ahora devorado por la ciudad.