Una lectora de cuyo nombre no quiero acordarme, me comentó, en la entrada sobre el capítulo XLIII, que no estaba de acuerdo con mi lectura del Quijote y que mejor lo leyera otra vez porque no entendía yo nada de la obra cervantina. Desde luego me alecciono señalándome la lectura «correcta». Entonces le conteste del mejor modo que pude, diciéndole que seguramente mi lectura era una mala lectura. Aún así traté de argumentar que Navokov había hecho parecida apreciación en su largo estudio sobre el Quijote. Hoy me encuentro con un nuevo comentario de la susodicha lectora. Lo cito textualmente:

Quizás sea que usted no es español y no ve las cosas como nosotros, sino con la mente de las costumbres de su país, respecto a lo que diga Novokov y sus aburridos escritos, me la traen al pairo. Venga as leer el Quijote como se hace aquí todos los años, y no es su mala lectura, es su mala comprensión lectora que es muy distinto.
Un saludo, por favor no espero respuesta, gracias.

Aunque voy a ser respetuoso de su deseo de no responderle personalmente, no me voy a quedar callado. Sobre todo porque me va a ayudar a aclarar algunas cosas para la lectura de lo que resta del Quijote. Primero, dudo mucho que entre los mismos españoles se vean las cosas de manera uniforme y que sus usos y costumbres sean homogéneas. No por nada hoy son un país desgarrado y con constantes tensiones políticas y territoriales. Respecto a si veo las cosas bajo la perspectiva de las costumbres de mi país. México es un país muy diverso. Tanto que muchos dicen que más bien se debería de hablar de muchos Méxicos. Como supongo es el caso de todos los países. Por lo que seguro que mis opiniones están influenciadas por las costumbres de mi patria, pero también por las experiencias que he tenido al contrastar esas costumbres con las de otros países, además de por mis lecturas, sueños, películas que he visto, dichas y desdichas de la mi vida, etc., etc., etc. Pero sobre todo porque hago uso consciente de mi libertad cuando escribo y leo, por más que mi pericia tanto de lector como de escritor deje mucho que desear. Segundo, respecto a Novokov y sus aburridos escritos, la lectora tiene el derecho a opinar lo que quiera sobre el autor ruso, pero yo lo cité sólo para argumentar mi punto de vista, de lo cual no argumentó nada. Tercero, no necesito ir a leer a España, una obra que afortunadamente es patrimonio universal. Además de que coincido en lo que ha dicho el español Javier Cercas: las mejores lecturas del Quijote se han hecho fuera de España. Cuarto: sí, hago malas lecturas y tengo una mala comprensión lectora. Pero por eso leo. y leo a los gigantes que algo me han de enseñar para ser menos lerdo e ignorante. Quinto, le pido una disculpa por haberle respondido. Si es que llega a leer esta entrada y quiere hacerme comentarios, le pido sea respetuosa y sobre todo, en vez de denostar, presente sus argumentos. Y por favor, si me va a escribir de esa manera, no me pida que no le conteste.

Esta somera respuesta se me ocurrió hace un rato que leí el capítulo XLV, donde se aborda el pleito que tuvieron el barbero burlado y don Quijote sobre el yelmo de Mambrino y la albarda. Todo empezó con la intromisión del amigo de don Quijote para acrecentar la risa de los presentes y, al final, todo acabó en insultos y golpes. Que el barbero decía que era bacía y don Quijote yelmo. Y qué lección nos da una vez más Cervantes – según mi mala lectura y mi mala comprensión, aclaro- cuando los amigos de don Quijote se ponen de acuerdo y apoyan el disparate del de la Triste Figura, mientras que los aliados del barbero apoyan lo contrario. Y entonces ¿Qué es en realidad ese objeto que se disputa? Es bacía y es yelmo y es algo más, siempre algo más cuya esencia última se nos escapa.

Y, por último, como estoy un poco loco y a veces siento que Cervantes me hace guiños entre líneas, cual va siendo mi sorpresa que casi al final del capítulo, un cuadrillero de la Santa Hermandad que trae orden de aprender a don Quijote por la liberación de los galeotes, saca del seno un pergamino «topó con el que buscaba, y poniéndose a leer de espacio, porque no era buen lector». Y al leer esto me salió una sonrisita malvada (porque aparte de leer mal en el fondo soy mala persona) y me pregunté ¿Qué carajos me importa no ser buen lector y leer de espacio? Me conformó con no ser de la Santa Hermandad que vivió de coartar la libertad de los demás y de cuidar que se respetaran las buenas costumbres que según todos debían de compartir en la España de su tiempo. Pero el Quijote siempre se revela y pregunta: «¿Quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión como soy yo? ¿Quién el que ignoró que son exentos de todo judicial fuero los caballeros andantes y que su ley es su espada, sus fueros sus bríos, sus premáticas su voluntad?»

No, mil veces no, lectora ofensiva y censuradora. Nadie me va a prohibir que diga lo que quiera de una obra que defiende la libertad de imaginación e interpretación, tal vez como ninguna otra.

Un saludo y besitos maravillosos.

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