Dice John Berger que cualquier fotografía capta la realidad como totalidad. Hoy que las imágenes inundan el mundo virtual, detenernos minuciosamente en una foto puede ayudarnos a comprender nuestro presente.
Si el genio maligno nos ha borrado la memoria ¿De qué manera el análisis de una foto cualquiera nos podría ayudar a reconstruir nuestro pasado? Por ejemplo, en estos momentos observo una fotografía donde están un grupo de personas ( no más de veinte) de espaldas, levantando pancartas frente a dos torres de concreto. Detrás hay un cerro cargado de nubes. Ahora bien, parece que mucho de lo que podríamos interpretar tiene que ver con el conocimiento de la realidad que tengamos del fenómeno captado por la cámara y en nuestro caso hipotético desconocemos por completo el sentido de la escena. Así, una escena trivial se nos presentaría completamente misteriosa: sujetos de carne y hueso frente a un objeto que parece amenazante. Es más, al mirar los objetos que nos rodean sentiríamos una especie de vértigo y nos veríamos obligados a inventar una explicación de nuestra relación con estos objetos. Se generaría, al poco tiempo de reflexionar, un sentimiento de lo ominoso en cada una de las cosas que observáramos. Es precisamente aquí donde quisiera llamar la atención sobre nuestra relación con el mundo. Acaso Russell tenga razón en lo que plantea de que es posible que todo nuestro pasado sea irreal, pero ¿Quién inventa esa irrealidad? En cierta medida tendría que ver con nuestra manera en que cada uno de nosotros le da un sentido a lo que observamos, sin embargo hay algo de ese sentido que viene dado por las cosas mismas y las relaciones sociales que las han hecho posibles. De esta manera sería imposible realizar las acciones más triviales sin un referente histórico o mitológico que le dé sentido más allá de nuestra subjetividad. Es así que cobra mayor significado aquello de que somos historia encarnada y de que el alma también habita en el mundo en que vivimos. De esta manera, aunque el genio maligno nos borrará nuestra conciencia histórica, tendría que borrar también la memoria que hay en los objetos con los que a diario interactuamos.